11/2/21

9/2/21

Definiciones propuestas de «género sexual» y «disforia sexual»

I. Supuesta una esfera cultural de referencia y supuestos los sujetos que la componen clasificados -por sexo- en hombres y mujeres, definimos como «género sexual» el conjunto de instituciones que están vinculadas en particular y separadamente a cada uno de ellos (instituciones vinculadas a los hombres -género sexual masculino-, e instituciones vinculadas a las mujeres -género sexual femenino-). 

II. Supuesto un sujeto corpóreo de referencia, definimos «disforia sexual» -como categoría médica- como una intensa aversión a los caracteres sexuales secundarios propios de dicho sujeto corpóreo de referencia.

La primera definición excluye las teorías del género sexual separado del sexo, y la segunda definición excluye de «disforia sexual» a hombres afeminados y mujeres masculinas (es decir, a todos aquellos que asuman conductas institucionalizadas propias del género sexual opuesto en la esfera cultural de referencia), en la medida en que no presenten esa «intensa aversión».

Contestación a una crítica a "demostración de por qué las mujeres trans no son mujeres"

 (El siguiente fragmento aparece publicado en un debate en la red social Twitter».)

«En mi reducción al absurdo de la teoría del género sexual que define a la mujer (como género sexual separado del sexo biológico) a través del criterio "sentimiento de mujeridad" ("se siente mujer") he establecido dos analogados de "mujer" diferentes: el analogado principal -"mujer"- y un analogado secundario -"mujer trans"-. En efecto, la suposición de la existencia de ambos analogados aparece implícita en la misma proposición generalizada "las mujeres trans son mujeres", en la cual se procede a operar una identificación sintética de ambos analogados (así: "mujer" y "mujer trans" son "lo mismo").

Respecto de los criterios para definir el analogado principal, parto del supuesto de que la extensión de "mujer" es idéntica a la extensión de "hembra humana". Por tanto, del mismo modo que es competencia categorial de la zoología determinar el sexo hembra/macho de un animal cualquiera, supongo que lo es también respecto del animal humano. Esto no implica que la "condición humana" se deje reducir a categorías zoológicas, sino tan sólo que la competencia extensional de hombre/mujer es zoológica. Tampoco implica que la distinción hombre/mujer sea dicotómica, y por tanto que no dé cabida a estados intermedios; en efecto, hay estados intermedios que corresponden a la categoría "intersexual". Y esto tampoco implica que "mujer" -en su analogado principal- como fenómeno no admita perspectivas [socio]culturales [sociología, antropología, historia, etc.] y no biológicas en su sentido genérico (neurología, zoología, medicina, etc.), que es lo que defino como género sexual, distinguiéndolo diaméricamente del sexo. Tampoco implica por último que no exista la disforia sexual, definida como la aversión a los caracteres sexuales secundarios del propio cuerpo del sujeto corpóreo de referencia, ni que la misma no tenga una base biológica -además de sociocultural- tras de sí [...]. Tampoco tomo partido en cuestiones práctico-prudenciales de índole jurídica o política.»

Demostración de por qué las mujeres trans no son mujeres

Supuesta ad hominem la construcción conceptual «sentimiento de mujeridad». Si el aserto de sentimiento de mujeridad es condición suficiente del ser mujer, o bien es porque se es aquello que se siente siempre, o bien es porque se es aquello que se siente unas veces sí y otras no.

Si se es aquello que se siente siempre, entonces del aserto de sentimiento de gatidad (gato) o del aserto del sentimiento de perridad (perro) se sigue el ser gato o perro. Pero no. Por tanto, no se es aquello que se siente siempre.

Si se es aquello que se siente unas veces sí y otras no, entonces el aserto de sentimiento de mujeridad es distinto del aserto de sentimiento de gatidad o del sentimiento de perridad, y el ser mujer es simultáneamente sentimental y biológico, de donde se sigue poder ser hombre (biológico) y mujer (sentimental) simultáneamente, o bien donde ser mujer se dice de una sola manera (es unívoco), o bien donde ser mujer se dice de dos maneras (es análogo).

Pero si ser mujer se dice de una sola manera (es unívoco), entonces es imposible ser hombre y mujer simultáneamente por el principio de no contradicción. 

Pero si ser mujer se dice de dos maneras (es análogo), a saber: mujer (analogado principal, porque "es mujer") y mujer trans (analogado secundario, porque "tiene sentimiento de ser mujer sin serlo" conforme al analogado principal), entonces es posible ser hombre y mujer trans simultáneamente pero ser mujer trans no es condición suficiente del ser mujer sino la negación del ser mujer (puesto que se define como sentimiento de lo que no se es).

Por tanto, el sentimiento de mujeridad -supuesto ad hominem como construcción conceptual- no es condición suficiente del ser mujer. Q.E.D.

6/2/21

Anotación sobre las teorías del trabajo y del valor-trabajo expuestas por Marx en el Libro Primero de "El capital"

I. En relación al concepto económico de trabajo:

Sea X una teoría. X es una teoría metafísica cuando y en la medida en que codetermina ideas resultantes de hipóstasis dialéctica con otras ideas y conceptos. Las ideas de Hombre y Naturaleza son ideas hipostatizadas. Por tanto, la teoría de Marx del concepto económico de trabajo en cuanto enfrentamiento del Hombre con la Naturaleza es una teoría metafísica, es decir extraeconómica.

Sea X una teoría. X es una teoría idealista cuando y en la medida en que la idea de ideal es representada (o ejercitada) como determinante causal final de lo real. La explicación de las operaciones como una determinación de los ideales mentales sobre las construcciones reales representa (no sólo ejercita, de hecho) la idea de ideal como determinante causal final de lo real. Por tanto, la teoría de Marx del concepto económico de trabajo es idealista.

Respecto de los elementos ya más estrictamente económico-categoriales, llega a hablar de una "intromisión del capitalista" en el trabajo de su asalariado. Es decir, él "vigila", "controla" que no se desperdicia materia prima, pero a efectos de cómputo en la plusvalía es un "intruso" que se ha entrometido en el trabajo de su asalariado en el comunismo primitivo, donde el capitalista no estaba ni era necesario. Y entonces y a posteriori llega el capitalista y se "apropia" del producto del trabajo del proletario. Pero el capitalista no es simplemente un "intruso", cuya función se limita a "vigilar", sino que coordina, gestiona, financia, etc. el medio de producción, y el producto del mismo (y la plusvalía) es resultado tanto del trabajo del asalariado como del capitalista. Por tanto, la teoría de la explotación del trabajo y de la plusvalía de Marx es errónea.

II. En relación a la teoría del valor-trabajo:

El precio de los bienes y servicios es una "representación" (no define qué significa eso) del trabajo social involucrado en el proceso de producción. Pero si el determinante causal formal (esencial) de los precios es el trabajo social involucrado, en efecto, debería ser indiferente al precio -como Marx reconoce- el que este trabajo fuese más o menos anterior en el tiempo a la venta del producto, y por tanto al hecho de que el producto sea más o menos viejo. Pero he aquí que la antigüedad del producto sí influye en su precio, bien de-valuándolo, en la medida en que el bien se ha desgastado con el tiempo, es decir, ha perdido utilidad, bien sobre-valuándolo, en la medida en que se ha convertido en una "antigüedad rara". Pero si la antigüedad del producto influye en la determinación causal formal del precio del producto, entonces la determinación de este precio no puede ser -o no exclusivamente- el trabajo social involucrado en su producción. Por tanto, la teoría del valor-trabajo como determinante causal formal de los precios de Marx es errónea. 

Por el contrario, las variaciones en el precio debidas a la antigüedad del producto sí se explican solventemente desde la teoría marginalista del valor. En efecto, el valor de una antigüedad se incrementa en la medida en que su misma antigüedad determina su rareza, lo cual es uno de los pilares de la teoría marginalista.