14/4/22

Cinco argumentos en contra de las medicinas holísticas

Se dice «medicina» a la categoría cuyo cierre tecnológico constituye la preservación de la salud corpórea humana, i.e., la transformación de organismos humanos enfermos en organismos sanos, y el mantenimiento de los sanos como sanos (medicina preventiva). 

Se dice «medicina moderna occidental» a la especie de medicina de la tradición occidental que involucra en sus análisis conocimientos científicos de la Biología o la Química una vez éstas se constituyeron hacia el s. XVIII. A ésta se contraponen p. ej. las llamadas medicinas holísticas, i.e., todas aquellas que afirman que el diagnóstico y tratamiento de enfermedades debe tener en cuenta a la persona «como un todo» y no sólo aspectos corpóreos, y para las que explicar a través de procesos bioquímicos constituiría una forma de reduccionismo. Sobre lo cual se contesta:

1. Que la medicina occidental ya conoció el planteamiento holístico por medio de Hipócrates (afín al aristotelismo) y su teoría de los humores; y lo desechó en tanto fue superado por el planteamiento galénico (afín al platonismo).

2. Que no es verdad que la medicina moderna ignore los procesos mentales. Precisamente el efecto placebo corresponde a uno, y se tiene en cuenta a la hora de probar la eficacia de cualquier nuevo medicamento.

3. Que la medicina holística cajanegriza el organismo humano y no tiene en cuenta los mecanismos bioquímicos porque los ignora, al sustituirlos por variables metafísicas como los Cuatro Humores, los Cinco Elementos, los Siete Chakras o las Tres Gunas.

4. Que la crítica a reduccionismos como el neurológico (cerebrocentrista) no implica una enmienda a la totalidad de la medicina moderna. El problema no es el tener en cuenta procesos neuronales, sino hipostatizarlos al margen de las causas sociales que los desencadenan. E.g., cuando un imán musulmán enfurece porque hay una chica con minifalda en la mezquita, la causa no se circunscribe meramente a sus procesos neurológicos, pero no porque estos no se den o no tengan significado causal, sino porque forman parte como un eslabón intermedio de la cadena causal que a través de los valores institucionalizados de la Sharía conduce dado el estímulo «vista de chica con minifalda en la mezquita» a la respuesta «conducta airada».

5. Que la medicina occidental moderna puede explicar las medicinas holísticas, es decir, por qué funcionan realmente cuando lo hacen, bien por placebo, bien por procesos bioquímicos que tienen lugar por los contenidos de los medicamentos naturales que usan, mientras que las medicinas holísticas no pueden explicar por qué la medicina occidental funciona cuando lo hace. Lo cual demuestra la mayor potencia epistémica de la primera.


2/4/22

Guión para el Teatro crítico sobre Nadie nace en un cuerpo equivocado

I. Distinción de diferentes planos o enfoques del libro: 

1. Medicina-psicoterapia: 

a. Explicación de la disforia de género como fenómeno social, incluido el factor realimentación con la propia nematología queer

[…] no podemos olvidar el carácter de profecía autocumplida que puede tener la difusión de la visión queer de la identidad de género entre la población. En los medios de comunicación, en los contenidos escolares, en las redes sociales, las personas más jóvenes encuentran a mano la oferta trans generista, y algunas de ellas pueden comprobar cómo el mero hecho de acercarse a ella dispara un efecto mariposa en las personas de su entorno de consecuencias a largo plazo. (p. 122)

b. La espera atenta como propuesta de tratamiento. 

[…] la mayoría de quienes presentan disforia desisten, por no hablar del creciente número de destransicionistas. Esto sugiere dos cosas: una es que el enfoque afirmativo «cuanto antes» puede ser precipitado y otra que la espera atenta sería más prudente. La espera atenta (watchful waiting) es una práctica de la medicina consistente en esperar y ver el curso de algún malestar antes de emitir un diagnóstico y emprender un tratamiento. Nada parece más prudente también en el caso de la disforia de género en la infancia y la adolescencia, particularmente en relación con la citada disforia de comienzo rápido. (p. 224)

2. Sociología:

a. Análisis de la superestructura ideológica individualista que se realimenta con la catástrofe demográfica.

En el camino hacia la autonomía laboral y económica de la mujer, la maternidad sería, en el mejor de los casos, una opción personal tan adecuada como su contraria, y, en el caso más habitual, una dificultad añadida para librarse de la servidumbre y poder y alcanzar un estado pleno de derechos y ciudadanía. (p. 47)

Gradualmente van convergiendo toda una serie de factores que presionarán en la misma dirección: la amplia aceptación social de estas posturas feministas, la incorporación de la mujer al mercado laboral, la extensión del uso de métodos anticonceptivos, la sucesión de crisis económicas que dificultan la independencia de los jóvenes, la defensa desde el mercado neoliberal de estilos de vida y sistemas de valores centrados en los placeres a corto plazo y la promoción de un furioso individualismo, van modificando todo el ámbito de connotaciones y cargas emocionales que rodean a la natalidad. (p. 47)

b. La caída del imperativo procreador como causa del olvido de la función de reproducción en el tratamiento de la categoría de sexo. 

Los cambios en las conductas sexuales y sus valoraciones sociales a lo largo del último siglo han permitido que se puedan escribir libros y libros acerca del sexo sin que aparezcan ni una sola vez palabras como reproducción, embarazo, natalidad, maternidad o paternidad. (p. 49)

c. Análisis de la influencia del activismo queer en la legislación, el sistema educativo, las empresas y la televisión.

Compañías como American Airlines, Apple, J. P. Morgan o Nike declararon a comienzos de este siglo un expreso apoyo al movimiento LGTBIQ+, que posteriormente fue seguido por la práctica totalidad de las empresas del mundo occidental, y que se tradujo en políticas explícitas inclusivas de las personas pertenecientes a este colectivo. Además de rechazar radicalmente cualquier tipo de discriminación contra los trabajadores en función de su orientación sexual o su identidad de género, las corporaciones también han comenzado a recoger los aspectos relativos a la salud sexual dentro de sus seguros médicos, a incluir en ellos a las parejas de los trabajadores al margen de cuál sea su sexo, a ofrecer cursos formativos a sus empleados acerca de la realidad LGTBIQ+ o, incluso, a comprometerse con cuotas de contratación de personas pertenecientes a este colectivo. (p. 95)

3. Filosofía de la Biología: 

Teoría del sexo como oposición binaria, de los gametos como su núcleo y de su indisociabilidad respecto de la función reproductiva.

En particular, en los humanos -y en todos los mamíferos-, la reproducción sexual es oogámica, un tipo de reproducción anisogámica en el que el pequeño gameto masculino se introduce en el cuerpo de la mujer y viaja hasta encontrarse con el gran gameto femenino inmóvil, lo que da lugar a la fecundación y al inicio de una gestación que ocurrirá dentro de dicho cuerpo. […] El sexo del embrión resultante será uno u otro en función de que el espermatozoide haploide contenga o no el cromosoma Y, conocido por contener el famoso gen SRY en su brazo corto […]. Este gen, junto con la presencia o ausencia de receptores andrógenos, marcará el tejido gonadal del nuevo individuo, lo que a su vez determina el tipo de gametos que producirá. (pp. 34-35)

No hay un tercer tipo de gametos. No hay ni espermatóvulos ni ovulozoides. Los gametos no forman un espectro. La fecundación y la gestación no son los extremos de un continuo de funciones. (p. 35)

4. Antropología filosófica:

a. Teoría de la persona y de la identidad personal.

[…] el individuo no es más -¡ni menos!- que el punto de cruce en donde se unen todas las relaciones que definen a una persona, y la idea de una esencia interna autooriginada está tan desencaminada como la idea de un nudo en una red que fuera previo o aislable de los hilos que lo forman. Dicho ahora de una forma no ya antropológica sino psicológica, el «yo» es una construcción social colectiva, no una mera emanación del individuo cuya armonía pueda ser puesta en peligro por la sociedad. (p. 127)

b. Teoría fenomenológica del género. Si pueden contarnos más acerca de ésta.

II. Disforia de género y contagio social. 

Que me ha parecido encontrar puntos de solidaridad entre la teoría médica de la disforia de género expuesta en el libro y la de Abigail Shrier en su Un daño irreversible. Shrier no pretende que «toda la disforia de género se explica por el contagio social», sino que en la historia de la disforia de género ésta siempre se había dado en niños varones; pero ahora en EEUU el número de casos ha ascendido exponencialmente y se da mayoritariamente en chicas adolescentes. Luego hay dos tipos de disforia de género distintos; el contagio social buscaría explicar solo la anomalía histórica del segundo, no el primero. De acuerdo con ella el «contagio social» se particularizaría en el modo por el cual un individuo flotante dado encuentra como salida a su situación de despersonalización la adopción de una nueva identidad como transgénero; este medio no sólo no siempre aliviaría su situación sino que además con sus operaciones de cirugía correspondientes los abocaría a un daño irreversible:

Lucy comprendió que aquello suponía una nueva oportunidad para ser aceptada socialmente, un primer sentimiento de pertenencia. Cuando más tarde ese otoño se agravó su ansiedad, decidió, junto con algunas de sus amigas, que su angustia tenía una causa de moda: la «disforia de género». En menos de un año, Lucy empezó a tomar testosterona. pero su verdadera droga, la que la enganchó, fue la promesa de una nueva identidad. Una cabeza afeitada, ropa de chico y un nuevo nombre fueron las aguas bautismales de un renacimiento de mujer a hombre. (p. 22)     

No tiene su origen en la disforia de género tradicional, sino en los vídeos de internet. Representa el mimetismo inspirado en los gurús de la web, un compromiso asumido con las amigas: manos entrelazadas y respiración contenida, ojos cerrados con fuerza. Para estas chicas, la identificación trans ofrece liberarse de la persecución implacable de la ansiedad; satisface la más profunda necesidad de aceptación, la emoción de la transgresión, la seductora cadencia de pertenencia. (p. 30)

Qué opinan de su teoría y si se han inspirado en alguna medida en ella a la hora de escribir Nadie nace en un cuerpo equivocado

III. Falacia del porcentaje de intersexuales y su comparación con el porcentaje de pelirrojos (poner imagen de primera entrada de búsqueda). 

Que ésta es capciosa por dos razones:

1. Porque el porcentaje de intersexuales es el resultado de una ampliación interesada por parte de Anne Fausto-Sterling (a la que por cierto cita Judith Butler como autoridad en filosofía de la biología) del concepto de «intersexualidad» para presentar los sexos como un constructo arbitrario del discurso:

Las cifras de variantes intersexuales van del 1,7 por ciento al 0,018 por ciento. De acuerdo con un criterio laxo, que define a una persona intersexual como cualquier «individuo que se desvía del ideal platónico de dimorfismo absoluto cromosómico, gonadal, genital y hormonal», habría un 1,7 por ciento de nacidos que se desvían del ideal de varón o mujer. Esta cifra se ha asumido a partir de datos que se encuentran en el libro de Anne Fausto-Sterling Cuerpos sexuados, del año 2000, y que se mantienen en su segunda edición de 2020. […] La cifra de 1,7 por ciento deriva de una serie de condiciones cuyas cifras ofrece la propia autora:

·Hiperplasia adrenocortical congénita tardía: 1,5 por ciento.

·Síndrome de Klinefelter: 0,0922 por ciento.

·No XX o no XY (salvo síndrome de Turner y Klinefelter): 0,0639 por ciento.

·Síndrome de Turner: 0,0369 por ciento.

·Hiperplasia adrenocortical congénita clásica: 0,00779 por ciento.

·Síndrome de insensibilidad a los andrógenos: 0,0076 por ciento.

·Hermafroditas verdaderos: 0,0012 por ciento.

·Idiopáticos: 0,0009 por ciento.

·Síndrome de insensibilidad parcial a los andrógenos: 0,00076 por ciento.

El principal problema de esta lista, de acuerdo con Leonard Sax, es que las cinco condiciones más comunes citadas no se consideran intersexuales, sino que pivotan sobre uno u otro de los sexos, de manera que, restadas, la cifra de Fausto-Sterling sería en realidad cien veces menor, del 0,018 por ciento, dos de cada diez mil nacidos. (pp. 38-39)

2. Porque confunde un estado anómalo -la intersexualidad humana- con un estado normal aunque minoritario -el color de pelo rojo-. Quienes defienden este tipo de teorías -por influencia tergiversada de Michel Foucault- tienden a usar la palabra «normal» acompañada de comillas, con un tono escéptico. Pero lo que no hacen es distinguir diferentes modos de normalidad: normalidad moral (como en «norma social»), normalidad estadística (como en «curva de normalidad») o normalidad funcional biológica. Que aunque no sean acepciones enteramente desconectadas unas de otras, sí son acepciones diversas. La intersexualidad humana es anormal no porque contradiga algún tipo de norma social de la estructura institucional del cisheteropatriarcado, sino porque el homo sapiens ha evolucionado hacia un tipo de reproducción -del género anisogámica, y dentro de él de la especie oogámica- en la que se involucran dos y sólo dos organismos, uno de los cuales aporta espermatozoides -el macho humano- y el otro óvulos -la hembra humana-; y quienes presentan una forma genética que impide satisfacer esa función biológica presentan un estado anormal en ese sentido. Por el contrario, el color de pelo rojo no tiene nada que ver con una disfunción biológica.

Así, hace alrededor de seiscientos millones de años, comienza a extenderse un nuevo tipo de reproducción sexual, en el que cada uno de los dos ascendientes aporta una categoría diferente de gametos. Dos progenitores, dos tipos de gametos. Por un lado, gametos pequeños, habitualmente móviles, poco valiosos individualmente considerados y producidos en grandes cantidades. Por otro lado, gametos grandes, habitualmente poco móviles, muy valiosos individualmente considerados y producidos en pequeñas cantidades. En efecto, estamos hablando, respectivamente, de gametos masculinos, que en la especie humana, y en muchas otras, se llaman espermatozoides, y de gametos femeninos, que en la especie humana, y también en muchas otras, se llaman óvulos. La reproducción pasa de ser isogámica a anisogámica. (pp. 33-34)

En particular, en los humanos -y en todos los mamíferos-, la reproducción sexual es oogámica, un tipo de reproducción anisogámica en el que el pequeño gameto masculino se introduce en el cuerpo de la mujer y viaja hasta encontrarse con el gran gameto femenino inmóvil, lo que da lugar a la fecundación y al inicio de una gestación que ocurrirá dentro de dicho cuerpo. […] El sexo del embrión resultante será uno u otro en función de que el espermatozoide haploide contenga o no el cromosoma Y, conocido por contener el famoso gen SRY en su brazo corto […]. Este gen, junto con la presencia o ausencia de receptores andrógenos, marcará el tejido gonadal del nuevo individuo, lo que a su vez determina el tipo de gametos que producirá. (pp. 34-35)

IV. Intereses corporativos y contrasentidos basados en creencias erróneas

De acuerdo con la teoría sociológica más vulgar, en cada grupo social tienden a institucionalizarse aquellas pautas que refuerzan sus propios intereses como tal. Sin embargo, esta teoría no tiene en cuenta que los intereses están conjugados con las creencias en función de los medios. O sea, que aunque los agentes sociales enclasados en un grupo actúen buscando su propio beneficio, eso no significa que no puedan darse contrasentidos porque tengan creencias erróneas sobre los medios necesarios para lograr ese objetivo. Por poner un ejemplo práctico cotidiano, uno puede tener mucho interés en que le salga la comida muy rica para quedar bien con los invitados, pero si no sabe cocinar entonces lo más normal es que no le salga bien. El caso lgbti constituye un ejemplo de este tipo respecto de problemas como la tasa de suicidios entre transexuales. Efectivamente lo reconocen como problema, pero diagnostican mal el origen de ese problema y como consecuencia no hacen más que agravarlo. Y simultáneamente, ante quienes presentan teorías alternativas para solucionarlo -porque obviamente cualquier persona con un mínimo de sindéresis ética es capaz de percibir como un problema esa tasa de suicidios- se limitan a acusarlos de transfobia y a suponer que lo que quieren es que los transexuales se mueran. 

En este sentido, si pueden exponer algo sobre el tratamiento que se hace en el libro de la dicotomía entre terapia de afirmación y terapia de conversión. Confusión del tema trans y del tema homosexual a través de las siglas comunes «lgbti» y aprovechamiento del desprestigio del sintagma «terapia de conversión» como estrategia para prestigiar la llamada terapia de afirmación.

Varios temas más posibles:

·Relación entre la caída del imperativo procreador y la devaluación de la categoría de sexo.

·Holización (individuos átomos) y sexos. Luis Carlos en el TC sobre el estatuto jurídico de la familia dice que el núcleo familiar adquiere significado político a través del patrimonio familiar como propiedad privada, y vincula la degeneración del núcleo esencial a la holización (igualdad) constitutiva de las sociedades de mercado pletórico, y que «se lleva por delante la familia como institución anatómica», que «se resiste» porque es el medio a través del cual se produce la recurrencia de la propia sociedad política.

·Claridad aparente de las teoría popular de la disforia de género como «contradicción entre el sexo asignado en el momento del nacimiento y la identidad de género».

·Apoyo económico de grandes empresas multinacionales, por las razones que sea.

·Mi experiencia como homosexual disidente: «escoria homófoba» por decir que el matrimonio es una institución antropológica y no una forma jurídica exenta.

Final

Terminar animando a leer Nadie nace en un cuerpo equivocado, complementable con Un daño irreversible, y autopublicitar mi artículo «¿Es el feminismo eutáxico en la España del presente?» en el último número de El Catoblepas.