10/12/24

Reseña crítica de Vida líquida, de Zygmunt Bauman

(La numeración de páginas se corresponde con la edición traducida al español en Austral de 2006.)

Bauman describe la «sociedad moderna líquida» como aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas (p. 9). Se trata de una idea de filosofía de la historia que caracteriza la fase actual de desarrollo de la sociedad occidental. No es un libro de sociología, ya que, salvo en algunas pocas partes clave, carece de las explicaciones por funciones sociales que, por el contrario, sí anidan abundantemente en Mark Fisher.

Resulta preferible, por razones heurísticas, hablar de «sociedad de mercado pletórico de bienes y servicios» (Bueno en Panfleto contra la democracia realmente existente), ya que esta idea pone el foco en el aspecto económico como centro de análisis, en lugar de en la inestabilidad y cambio continuo de las relaciones sociales y de las instituciones culturales, que tienen el carácter de una superestructura. No obstante, la caracterización de Bauman ya se realiza desde esta perspectiva, en términos del progresivo avance de la libertad-para, la definición de mi propia personalidad al elegir entre multitud de bienes en el mercado, y el traspaso de esta lógica hacia nuevos horizontes, como la política (con el surgimiento de la democracia), el amor, etc. El «problema de identidad» (p. 15) se corresponde con la «individualidad flotante» (Bueno en «Psicoanalistas y epicúreos»), característica de las sociedades cosmopolitas. El «continuo presente» (p. 16) viene determinado por la rápida obsolescencia de los bienes antiguos, frente a los nuevos y mejores, que el mercado ofrece. 

Incluso, es el propio Bauman quien, en la p. 112, habla de una «sociedad de consumidores», definida como «una sociedad que [...] "interpela" a sus miembros fundamentalmente (o, quizás incluso, exclusivamente) en cuanto consumidores, y que juzga y evalúa a sus miembros, sobre todo, por sus capacidades y su conducta con relación al consumo», como sinónimo de la sociedad moderna líquida.

El análisis realizado por Bauman puede resultar, sin embargo, excesivamente pesimista. Es cierto que la nueva situación histórica conlleva varias disfunciones, especialmente en el terreno de la psicopatología. Pero también lo es que es este sistema el que ha permitido a las grandes masas salir de la pobreza extrema. Considerar que la vida líquida es una vida precaria (p. 10), o que la «destrucción creativa» del capitalismo (Schumpeter) es una destrucción de formas de vida, y por tanto de los seres humanos que las practican (pp. 11-12), son, sin duda, exageraciones.

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