11/4/21

Anarcocapitalismo, individuo, soberanía y bien común (guión a un debate con Pedro Insua)

1. Ontología del Estado del anarcocapitalismo. 

a. Tomaré la teoría representada por Miguel Anxo Bastos como prototipo de la ontología del Estado del anarcocapitalismo. El Estado tiene una existencia fenoménica, no esencial. En su vertiente práctico-política no se resuelve pues en la eliminación del Estado sino, de un lado, en el «descubrimiento» o trituración esencial del poder ejercido por los diferentes gobiernos en cuanto conjunto de individuos legitimados fenoménicamente mediante la idea de «Estado», y, de otro lado, en la «minimización» de su poder efectivo (minarquismo). 

b. Parte verdadera (fulcro de verdad): La máquina de correr de 2.700 eur de Grande-Marlaska no es el resultado de una concesión del «Estado que se preocupa por la salud de sus ministros» sino que es el resultado de el ejercicio del poder que la posición en el gobierno confiere a Grande-Marlaska en tanto que utiliza ese poder para concederse a sí mismo una máquina de correr de 2.700 y donde esta acción aparece legitimada fenoménicamente como una «preocupación del Estado» donde el Estado no puede constitutivamente ser sujeto emocional. 

c. Parte falsa: El Estado tiene una existencia no meramente fenoménica sino esencial, esto es, el Estado existe realmente, lo que no implica que sea un sujeto operatorio o emocional sino una estructura suprasubjetiva dada a una escala tampoco meramente social sino propia e irreducible a la sociológica, y que es la escala política. Definición nuclear del Estado, fases y cuerpo. El concepto de «robo» no tiene aplicabilidad a la tributación de impuestos en tanto que la propiedad como relación entre un ciudadano dado (primer término) y un bien que le corresponde (segundo término) si es «propiedad» lo es en tanto que garantizada por el cuerpo estatal.

d. Intervencionismo y poderes ascendentes: El intervencionismo respecto de un contenido determinado puede ser antiético. El intervencionismo respecto de un contenido determinado puede ser distáxico (Bueno alaba la función de limitación que la Iglesia católica ejerce de la capacidad de intervención moral del gobierno en el sistema educativo). El intervencionismo mínimo es una situación límite en tanto que implica la ausencia de Estado (y por tanto de propiedad privada qua tale); el intervencionismo máximo o totalitarismo es otra situación límite en tanto que la totalización del gobierno se lleva a cabo sobre el todo territorial pero no totalmente. El totalitarismo (pese a que el intervencionismo máximo es límite, imposible) como teoría en su plano fenoménico, ejercitado o representado, existe realmente (y de hecho bueno usa ese término como categoría de análisis de corrientes políticas reales, por ejemplo del krausismo socialdemócrata en España) tanto como existe el anarcocapitalismo (pese a que el intervencionismo mínimo es límite, imposible). Tanto el totalitarismo como el anarcocapitalismo implican una praxis política característica y con líneas de fuerza también reales y relativamente independientes de las intenciones de sus respectivos actores. Sus ortogramas fenoménicos son indisociables de esa praxis característica. La crítica al intervencionismo estatal sobre contenidos determinados no implica el «anarcocapitalismo», ni tampoco la crítica a un gobierno determinado, ni tampoco la crítica táctica al intervencionismo sobre contenidos determinados en tanto que permanezcan dirigidos por «ese» gobierno, ni tampoco la insubordinación o ejercicio del poder ascendente, ni tampoco el uso del término «libertad» más o menos reiteradamente.

2. Estado y Sociedad. Atomismo/circularismo/holismo político.

a. El Estado o sociedad política es transgenérico a toda forma de sociedad humana: introduce una escala característica, la escala política, inconmensurable a la escala sociológica. Ninguna forma de asociación implica un ejército (capa cortical) o un territorio (capa basal). Desde un punto de vista holótico, la relación Estado/individuos, reproduce los problemas y posiciones posibles característicos de la relación sociedad/individuos, aun a pesar de que el Estado como todo no tiene por partes formales sólo sujetos operatorios e instituciones sino también, como está dicho, un territorio. A su vez, la relación sociedad/individuos reproduce los problemas holóticos generales de la relación todo/partes. Las posiciones posibles respecto de esta relación son el atomismo holótico (hipóstasis de las partes), el holismo holótico (hipóstasis del todo) y el circularismo holótico (materialismo). En el caso de la relación sociedad/individuo o Estado individuo: atomismo social y político, holismo social y político y circularismo social y político. Un holismo social no tiene por qué combinarse con un holismo político sino que puede combinarse por ejemplo con un atomismo político, et cetera

b. El prototipo del atomismo es Margaret Thatcher. Para Thatcher, «la sociedad no existe, sólo existen los individuos»; la sociedad es un fenómeno cuya función práctica se resuelve en «eludir la responsabilidad personal de los individuos». Los grupos son propiamente conjuntos distributivos de Robinsones libres, autónomos y soberanos. La función de los políticos, legitimados por el fenómeno del Estado sería la de coartar, coaccionar, la soberanía que recae sobre estos individuos. En el caso de Rallo la clasificación en el atomismo es problemática dado que él reconoce que el alcance de la soberanía de los individuos es meramente formal, es decir el propio de un ideal irrealizable materialmente; de manera que habría que incluirlo más bien -al menos en su posición actual- en el circularismo (clasificación con la que convino además en su momento). Tiende a implicar una reducción metamérica de la sociedad política a la sociedad civil. En el caso de Bastos, la sociedad política sencillamente no existe.

c. El prototipo del holismo social es Durkheim; el prototipo del holismo político («estatalismo») son Hegel o en el extremo Mussolini. Para Durkheim, es «la sociedad» la que educa a los individuos. Para Bourdieu, lo único real son las funciones sociales como relaciones sistémicas, y los individuos si existen no como meros fenómenos es a título de ocupantes o materia de esas funciones ya dadas. La sociedad tiende a aparecer como un organismo con un telos y una serie de funciones características que se reproduce a sí mismo a través de los individuos. Para Foucault, un sistema de relaciones de poder «produce» a los individuos. Aristóteles afirma que «el todo es anterior a las partes». Mussolini afirma: «todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado». Para Hegel, el Estado es causa de sí mismo y se dota a sí mismo de gobierno. El Estado aparece -no sólo metafóricamente sino de manera reiterada- como un sujeto operatorio dotado de emociones y que «se preocupa» de los ciudadanos que son sus propias partes formales o los «protege» no sólo de terceros sino incluso de sí mismo. Tiende a implicar una reducción de la sociedad civil a la sociedad política. En el caso de Aristóteles la sociedad civil no existe en tanto que al ser todo hombre un zoon politikon habría que retirar a las sociedades prepolíticas la condición de «humanas» o «civiles». Otros holismos análogos: holismo capitalista, holismo mercantilista, holismo patriarcalista, holismo supremacista blanco, holismo imperialista, etc.

d. La posición del Materialismo filosófico es el circularismo social y político. Los grupos sociales son totalidades atributivas de sujetos operatorios definidas en función del parámetro de una unidad institucional K determinada que desempeña una función con-forma-tiva respecto de los individuos-parte. El determinismo social aparece como la causa formal institucional de la personalidad de los sujetos enclasados en el grupo (Ensayos materialistas). Los grupos no son sujetos operatorios, no hay prolepsis grupales ni una «mente» grupal (El individuo en la Historia, concepto de «mentalidad»). Las acciones grupales son resultado de la inter-acción entre sujetos, es decir de la codeterminación operatoria de los sujetos del grupo, por ejemplo siguiendo una estrategia conjunta y coordinándose para llevarla a cabo en un paintball. En cuanto la relación Estado/individuos, los individuos no son un término primitivo del campo gnoseológico de la teoría política sino un término derivado en cuanto ciudadanos. La Humanidad o el Hombre no constituye una totalidad atributiva sino un conjunto distributivo de ciudadanos de diferentes Estados -algunos de ellos en guerra, comercial o militar- cuyas instituciones son mutuamente incompatibles. Los individuos puros son una mera abstracción desde el ciudadano o individuo personal enculturado. Establece una distinción diamérica de sociedad política y sociedad civil.

e. El liberalismo es un embrollo… tanto para justificarlo como para criticarlo. No todo el liberalismo político como corriente con múltiples bifurcaciones es atomista. Caso de la Sociología comprensiva de Weber (interpretación de su tesis de la vinculación calvinismo/capitalismo desde el modelo del «barco de Coleman»). Individualismo metodológico vs. individualismo ontológico. Acusaciones de la Sociología analítica de atomismo al individualismo metodológico de la praxeología de Mises. Críticas a los axiomas de la Teoría de la decisión por parte de Kahneman, Mario Bunge, la Sociología analítica y Carlos Madrid en su conferencia «La ciencia del comercio: economía, empresa y pseudociencia».

3. Soberanía y dialéctica de Estados e Imperios. 

a. Para que haya soberanía tiene que haber un sujeto de soberanía. La soberanía o es material o es ficción jurídica. Uno o más soberanos tienen que ser necesariamente sujetos operatorios.

b. ¿Es el Estado sujeto de soberanía política? Hemos dicho que el sujeto de soberanía debe estar dotado de capacidad operatoria. El Estado es una institución compleja, no es un organismo actuante que tenga partes tan heterogéneas que vayan desde ríos y vayas fronterizas hasta instituciones como la jota y las procesiones pasando por trabajadores de oficios diversos. Excepto interpretado desde la metáfora paulina («todos somos uno en el cuerpo de Cristo») donde «Cristo» como organismo con capacidad operatoria sea el Estado. Por tanto, el Estado no es sujeto de soberanía.

c. ¿Es la nación el sujeto de soberanía política (materialmente, no ya en su plano formal-jurídico)? Tanto es nación el independentista catalán como el votante de Podemos como el votante de Vox (grabación audiovisual «Gustavo Bueno responde a unas preguntas sobre la Nación política»). Pero sus planes y programas son mutuamente contradictorios. Por tanto, la nación no es sujeto de soberanía.

d. ¿Son los individuos los sujetos de soberanía política? En todo caso los individuos si son partes formales del Estado lo son en cuanto ciudadanos, es decir en cuanto nación. Por tanto, los individuos no son sujeto de soberanía.

e. El sujeto de soberanía del Estado es el gobierno (con sus respectivas cadenas de mando) en cuanto parte totalizante y cualquiera que haya sido el medio por el cual adquiere su posición soberana (quienquiera que lo haya «aupado», o por tecnología democrática, o por herencia patrimonial). La soberanía nunca puede caer sobre un sólo sujeto absolutamente (como uniarquía) sino en cuanto este sujeto si es soberano es en función de su «cadena de mando». El gobierno como sujeto de soberanía sólo lo es «condicionadamente» y en cuanto sujeto a la permisión de los poderes ascendentes respectivos del Estado. 

f. La soberanía admite grado y por razones constitutivas no puede ser perfecta o plena sino sólo infecta, externamente determinada por la coyuntura geopolítica (i.e. por la Dialéctica de Estados e Imperios). Un Estado pequeño como Malta, Chipre o Grecia sólo puede abandonar -si lo consigue- un Imperio para ser subordinado por otro; esto es, no pueden tener la misma soberanía que Estados Unidos, China o Rusia. Caso de la Unión Europea.

4. Eutaxia y bien común (Política y Ética). 

a. El concepto de bien común es un concepto constitutivamente mal construido y de carácter formalista. En efecto, una acción de gobierno orientada hacia el «bien común» que se resuelva por ejemplo en una subida de impuestos a las rentas más altas implica necesariamente que esa acción es «mala» para los ciudadanos particulares sujetos de esas rentas más altas; es decir, el «bien común» no es el «bien de todos» y cada uno de los sujetos ciudadanos del Estado tomados uno a uno sino el mal de algunos de ellos en favor del bien de otros. Pero eso es tanto como decir que, materialmente considerado, el «bien común» sencillamente no es «común» o «compartido», en tanto que excluye a esas partes (para las que la acción es un «mal») sino sólo «bien particular» para las partes beneficiadas y «mal particular» para las partes perjudicadas. 

b. Los fines operantium de un gobierno no tienen por qué tener una correspondencia exacta con los fines operum. En efecto, un gobierno dado puede tener la intención de obtener con sus planes y programas el bien común (aun suponiendo que éste concepto no fuese estructuralmente contradictorio) y de hecho incurrir en un contrasentido. Más aún, un gobierno dado tiene de hecho intereses particulares de facción (electorales, clientelares) implícitos en el reconocimiento de la posibilidad esencial de la «corrupción política» que nada tienen que ver con el finis operantis del «bien común». De ahí precisamente la necesidad y legitimidad de los poderes ascendentes del Estado (de la «insubordinación» ciudadana).

c. La finalidad propia de la técnica política no es, entonces, el «bien común» sino la eutaxia (i.e. «capacidad de recurrencia del Estado»). La eutaxia no tiene per se un significado ético (no implica siempre un «bien», ni común ni particular). La inconmensurabilidad Política/Ética es esencial, no existencial. En efecto, los gobiernos suelen generar planes y programas cuya orientación no se agota en su escala política sino que puede perseguir una finalidad ética, que se resuelva o no como eutáxica considerada a escala política.

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