19/3/23

¿El Día del padre, o el Día de la persona especial?

Últimamente, ha saltado al debate público la propuesta, nacida en un colegio público de Jerez de la Frontera, de cambiar el nombre del Día del padre, en favor de «Día de la persona especial», en reconocimiento a la variedad de formas familiares, en proporción creciente, que se encontrarían en la actualidad, y con el fin de evitar situaciones potencialmente dañinas para aquellos niños en cuya familia el padre no estaría presente. 

Y lo cierto es que hay muchas formas distintas de familia. Sin embargo, es un error poner en un mismo plano la familia estricta o nuclear (con padre y madre) y las formas familiares no nucleares (adoptivas, monoparentales, de padres divorciados, de padres homosexuales). Y no porque haya una única forma de familia estricta (puede ser monogámica, poligínica o poliándrica, matrilineal, patrilineal o ambilineal, matrilocal, patrilocal o ambilocal), ni porque ésta sea una esencia fija y fosilizada (al contrario, es un producto de los cambios en la base económica), sino porque, cuando se desliga la familia de su momento procreador, es cuando los roles sociales que sirven para definirla quedan «flotando» en el aire. Por ejemplo, si el «padre adoptivo» es «padre» en algún sentido, lo es porque se comporta como si lo fuese (adopta su rol, sin serlo estrictamente). En las familias monoparentales donde el hijo convive sólo con la madre, no es que ésta sea simultáneamente madre y padre, como si lo hubiese concebido sin concurrencia de varón, sino que es padre sólo por analogía, en cuanto cumple sus funciones. Por eso, todos los niños tienen un padre estricto, cualquiera que sea su forma de familia.

Ahora, sobre los casos en los que éste ha fallecido, o abandonó a la madre, etc., el profesorado, lógicamente, debe ser cuidadoso para que al niño el evento no le pueda resultar traumático. Pero, como constata Helen Fisher, en 1940, uno de cada diez niños norteamericanos no convivía con ninguno de sus dos padres, y no por eso se dejaba de celebrar el Día del Padre (oficial desde 1924), ni el Día de la Madre. Se trata de dar un reconocimiento público a la importancia, y por tanto la responsabilidad, que conlleva ser padre, y que se asume al serlo. Si, ante la ausencia del padre estricto, sus funciones las desempeña otra persona, también se puede incorporar al día, de un modo justificado, pero no parece ésta razón suficiente para cambiarle el nombre. En fin, desarrollé esta teoría en el siguiente artículo de la revista El Catoblepas, especialmente, en el apartado del núcleo de la familia, los géneros y especies de familia y el valor de la familia nuclear en la España del presente:

https://www.nodulo.org/ec/2022/n199p07.htm?fbclid=IwAR3pKI9BzBF0QHNgRf-hUtaAf6_5kKUZr0qlmLLn01NPrmYHc71Mp91tHGY

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