Familia de especies del género de las sociedades políticas diferenciada de otras (monarquías y aristocracias) por la ceremonia mediante la cual la parte más representativa del poder político en ejercicio (el ejecutivo y el legislativo) se somete al arbitrio de un cuerpo electoral de mayorías (poliarquía), el pueblo o nación (δῆμος), cuyos votos, según reglas establecidas, deciden su permanencia o remoción, parcial o total, en el poder. Su degeneración política (distáxica) es la demagogia.
Cuestiones, teorías varias, tablas y resúmenes desde el Materialismo filosófico.
27/4/21
Definición de «democracia» (tomada de PCDRE)
18/4/21
Planteamiento de las relaciones Sociología/Psicología
Las relaciones Sociología/Psicología dependerán siempre del tipo de Sociología y del tipo de Psicología que se toma en cada caso. Así, podemos considerar «Sociología» y «Psicología» como variables de una función que determinará diferentes distancias o grados de relación entre ambas según sus contenidos.
a. La función alcanza un maximum de distancia cuando «Sociología» corresponde a «Sociología holista» y «Psicología» corresponde a «Psicología espiritualista», situación en la que las incompatibilidades entre ambas aparecen como mediadas por un jorismós o abismo, es decir como insalvables. La Psicología resultará ser entonces desde la posición del sociólogo un mero residuo teológico (Comte).
b. La función alcanza un minimum de distancia cuando «Sociología» corresponde a «Sociología atomista» y «Psicología» corresponde a «Psicología espiritualista», situación correspondiente a la reducción de la Sociología a Psicología, «reduccionismo psicológico» o «psicologismo». En este caso los rasgos sociales no resultarán ser otra cosa que la suma de los actos «subjetivos» que un conjunto distributivo de individuos llevan a cabo en función de diversas intenciones.
c. Considerando nuestra posición la característica de la «Sociología circularista», las distancias que le corresponderán respecto de una «Psicología materialista» son las propias de una inconmensurabilidad mutua que no obstante no excluye la articulación dialéctica entre ambas. Pues si, de un lado, no es posible (o recomendable) «desarraigar socialmente» a los sujetos de estudio de la Psicología, tampoco es posible hipostatizar los todos sociales respecto de los sujetos-parte en función de los cuales están dados, y en cuanto son los mismos sujetos que el Psicólogo estudia por su lado.
Así, es cuestión de hecho que muchos de los mecanismos necesarios para explicar realmente (no tautológicamente) procesos grupales o «macro» se dan a menudo a nivel psicológico o «micro» (e.g. «pánico en el crac bursátil»). Esta articulación dialéctica de planos no es problemática siempre y cuando se mantenga frente al reduccionismo el reconocimiento a la diferencia de escala; en efecto, no es propio del psicólogo determinar qué procesos explican la formación de un partido político o menos aún las causas de la Revolución Francesa, aunque no por ello el sociólogo debe dejar de lado la Psicología cuando pueda contribuir a ello. Pues quien desde la posición del holismo social considera que puede explicar los diferentes rasgos sociales sin progresar al nivel de los individuos y determinar qué mecanismos (también psicológicos) actúan en este plano no opera de un modo distinto del curandero que para diagnosticar a un enfermo en lugar de progresar al nivel de sus órganos permaneciese a la escala del todo y prescribiese una medicina «holística», es decir, inventase mecanismos ad hoc para suplir su falta de conocimiento de estos.
11/4/21
Anarcocapitalismo, individuo, soberanía y bien común (guión a un debate con Pedro Insua)
1. Ontología del Estado del anarcocapitalismo.
a. Tomaré la teoría representada por Miguel Anxo Bastos como prototipo de la ontología del Estado del anarcocapitalismo. El Estado tiene una existencia fenoménica, no esencial. En su vertiente práctico-política no se resuelve pues en la eliminación del Estado sino, de un lado, en el «descubrimiento» o trituración esencial del poder ejercido por los diferentes gobiernos en cuanto conjunto de individuos legitimados fenoménicamente mediante la idea de «Estado», y, de otro lado, en la «minimización» de su poder efectivo (minarquismo).
b. Parte verdadera (fulcro de verdad): La máquina de correr de 2.700 eur de Grande-Marlaska no es el resultado de una concesión del «Estado que se preocupa por la salud de sus ministros» sino que es el resultado de el ejercicio del poder que la posición en el gobierno confiere a Grande-Marlaska en tanto que utiliza ese poder para concederse a sí mismo una máquina de correr de 2.700 y donde esta acción aparece legitimada fenoménicamente como una «preocupación del Estado» donde el Estado no puede constitutivamente ser sujeto emocional.
c. Parte falsa: El Estado tiene una existencia no meramente fenoménica sino esencial, esto es, el Estado existe realmente, lo que no implica que sea un sujeto operatorio o emocional sino una estructura suprasubjetiva dada a una escala tampoco meramente social sino propia e irreducible a la sociológica, y que es la escala política. Definición nuclear del Estado, fases y cuerpo. El concepto de «robo» no tiene aplicabilidad a la tributación de impuestos en tanto que la propiedad como relación entre un ciudadano dado (primer término) y un bien que le corresponde (segundo término) si es «propiedad» lo es en tanto que garantizada por el cuerpo estatal.
d. Intervencionismo y poderes ascendentes: El intervencionismo respecto de un contenido determinado puede ser antiético. El intervencionismo respecto de un contenido determinado puede ser distáxico (Bueno alaba la función de limitación que la Iglesia católica ejerce de la capacidad de intervención moral del gobierno en el sistema educativo). El intervencionismo mínimo es una situación límite en tanto que implica la ausencia de Estado (y por tanto de propiedad privada qua tale); el intervencionismo máximo o totalitarismo es otra situación límite en tanto que la totalización del gobierno se lleva a cabo sobre el todo territorial pero no totalmente. El totalitarismo (pese a que el intervencionismo máximo es límite, imposible) como teoría en su plano fenoménico, ejercitado o representado, existe realmente (y de hecho bueno usa ese término como categoría de análisis de corrientes políticas reales, por ejemplo del krausismo socialdemócrata en España) tanto como existe el anarcocapitalismo (pese a que el intervencionismo mínimo es límite, imposible). Tanto el totalitarismo como el anarcocapitalismo implican una praxis política característica y con líneas de fuerza también reales y relativamente independientes de las intenciones de sus respectivos actores. Sus ortogramas fenoménicos son indisociables de esa praxis característica. La crítica al intervencionismo estatal sobre contenidos determinados no implica el «anarcocapitalismo», ni tampoco la crítica a un gobierno determinado, ni tampoco la crítica táctica al intervencionismo sobre contenidos determinados en tanto que permanezcan dirigidos por «ese» gobierno, ni tampoco la insubordinación o ejercicio del poder ascendente, ni tampoco el uso del término «libertad» más o menos reiteradamente.
2. Estado y Sociedad. Atomismo/circularismo/holismo político.
a. El Estado o sociedad política es transgenérico a toda forma de sociedad humana: introduce una escala característica, la escala política, inconmensurable a la escala sociológica. Ninguna forma de asociación implica un ejército (capa cortical) o un territorio (capa basal). Desde un punto de vista holótico, la relación Estado/individuos, reproduce los problemas y posiciones posibles característicos de la relación sociedad/individuos, aun a pesar de que el Estado como todo no tiene por partes formales sólo sujetos operatorios e instituciones sino también, como está dicho, un territorio. A su vez, la relación sociedad/individuos reproduce los problemas holóticos generales de la relación todo/partes. Las posiciones posibles respecto de esta relación son el atomismo holótico (hipóstasis de las partes), el holismo holótico (hipóstasis del todo) y el circularismo holótico (materialismo). En el caso de la relación sociedad/individuo o Estado individuo: atomismo social y político, holismo social y político y circularismo social y político. Un holismo social no tiene por qué combinarse con un holismo político sino que puede combinarse por ejemplo con un atomismo político, et cetera.
b. El prototipo del atomismo es Margaret Thatcher. Para Thatcher, «la sociedad no existe, sólo existen los individuos»; la sociedad es un fenómeno cuya función práctica se resuelve en «eludir la responsabilidad personal de los individuos». Los grupos son propiamente conjuntos distributivos de Robinsones libres, autónomos y soberanos. La función de los políticos, legitimados por el fenómeno del Estado sería la de coartar, coaccionar, la soberanía que recae sobre estos individuos. En el caso de Rallo la clasificación en el atomismo es problemática dado que él reconoce que el alcance de la soberanía de los individuos es meramente formal, es decir el propio de un ideal irrealizable materialmente; de manera que habría que incluirlo más bien -al menos en su posición actual- en el circularismo (clasificación con la que convino además en su momento). Tiende a implicar una reducción metamérica de la sociedad política a la sociedad civil. En el caso de Bastos, la sociedad política sencillamente no existe.
c. El prototipo del holismo social es Durkheim; el prototipo del holismo político («estatalismo») son Hegel o en el extremo Mussolini. Para Durkheim, es «la sociedad» la que educa a los individuos. Para Bourdieu, lo único real son las funciones sociales como relaciones sistémicas, y los individuos si existen no como meros fenómenos es a título de ocupantes o materia de esas funciones ya dadas. La sociedad tiende a aparecer como un organismo con un telos y una serie de funciones características que se reproduce a sí mismo a través de los individuos. Para Foucault, un sistema de relaciones de poder «produce» a los individuos. Aristóteles afirma que «el todo es anterior a las partes». Mussolini afirma: «todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado». Para Hegel, el Estado es causa de sí mismo y se dota a sí mismo de gobierno. El Estado aparece -no sólo metafóricamente sino de manera reiterada- como un sujeto operatorio dotado de emociones y que «se preocupa» de los ciudadanos que son sus propias partes formales o los «protege» no sólo de terceros sino incluso de sí mismo. Tiende a implicar una reducción de la sociedad civil a la sociedad política. En el caso de Aristóteles la sociedad civil no existe en tanto que al ser todo hombre un zoon politikon habría que retirar a las sociedades prepolíticas la condición de «humanas» o «civiles». Otros holismos análogos: holismo capitalista, holismo mercantilista, holismo patriarcalista, holismo supremacista blanco, holismo imperialista, etc.
d. La posición del Materialismo filosófico es el circularismo social y político. Los grupos sociales son totalidades atributivas de sujetos operatorios definidas en función del parámetro de una unidad institucional K determinada que desempeña una función con-forma-tiva respecto de los individuos-parte. El determinismo social aparece como la causa formal institucional de la personalidad de los sujetos enclasados en el grupo (Ensayos materialistas). Los grupos no son sujetos operatorios, no hay prolepsis grupales ni una «mente» grupal (El individuo en la Historia, concepto de «mentalidad»). Las acciones grupales son resultado de la inter-acción entre sujetos, es decir de la codeterminación operatoria de los sujetos del grupo, por ejemplo siguiendo una estrategia conjunta y coordinándose para llevarla a cabo en un paintball. En cuanto la relación Estado/individuos, los individuos no son un término primitivo del campo gnoseológico de la teoría política sino un término derivado en cuanto ciudadanos. La Humanidad o el Hombre no constituye una totalidad atributiva sino un conjunto distributivo de ciudadanos de diferentes Estados -algunos de ellos en guerra, comercial o militar- cuyas instituciones son mutuamente incompatibles. Los individuos puros son una mera abstracción desde el ciudadano o individuo personal enculturado. Establece una distinción diamérica de sociedad política y sociedad civil.
e. El liberalismo es un embrollo… tanto para justificarlo como para criticarlo. No todo el liberalismo político como corriente con múltiples bifurcaciones es atomista. Caso de la Sociología comprensiva de Weber (interpretación de su tesis de la vinculación calvinismo/capitalismo desde el modelo del «barco de Coleman»). Individualismo metodológico vs. individualismo ontológico. Acusaciones de la Sociología analítica de atomismo al individualismo metodológico de la praxeología de Mises. Críticas a los axiomas de la Teoría de la decisión por parte de Kahneman, Mario Bunge, la Sociología analítica y Carlos Madrid en su conferencia «La ciencia del comercio: economía, empresa y pseudociencia».
3. Soberanía y dialéctica de Estados e Imperios.
a. Para que haya soberanía tiene que haber un sujeto de soberanía. La soberanía o es material o es ficción jurídica. Uno o más soberanos tienen que ser necesariamente sujetos operatorios.
b. ¿Es el Estado sujeto de soberanía política? Hemos dicho que el sujeto de soberanía debe estar dotado de capacidad operatoria. El Estado es una institución compleja, no es un organismo actuante que tenga partes tan heterogéneas que vayan desde ríos y vayas fronterizas hasta instituciones como la jota y las procesiones pasando por trabajadores de oficios diversos. Excepto interpretado desde la metáfora paulina («todos somos uno en el cuerpo de Cristo») donde «Cristo» como organismo con capacidad operatoria sea el Estado. Por tanto, el Estado no es sujeto de soberanía.
c. ¿Es la nación el sujeto de soberanía política (materialmente, no ya en su plano formal-jurídico)? Tanto es nación el independentista catalán como el votante de Podemos como el votante de Vox (grabación audiovisual «Gustavo Bueno responde a unas preguntas sobre la Nación política»). Pero sus planes y programas son mutuamente contradictorios. Por tanto, la nación no es sujeto de soberanía.
d. ¿Son los individuos los sujetos de soberanía política? En todo caso los individuos si son partes formales del Estado lo son en cuanto ciudadanos, es decir en cuanto nación. Por tanto, los individuos no son sujeto de soberanía.
e. El sujeto de soberanía del Estado es el gobierno (con sus respectivas cadenas de mando) en cuanto parte totalizante y cualquiera que haya sido el medio por el cual adquiere su posición soberana (quienquiera que lo haya «aupado», o por tecnología democrática, o por herencia patrimonial). La soberanía nunca puede caer sobre un sólo sujeto absolutamente (como uniarquía) sino en cuanto este sujeto si es soberano es en función de su «cadena de mando». El gobierno como sujeto de soberanía sólo lo es «condicionadamente» y en cuanto sujeto a la permisión de los poderes ascendentes respectivos del Estado.
f. La soberanía admite grado y por razones constitutivas no puede ser perfecta o plena sino sólo infecta, externamente determinada por la coyuntura geopolítica (i.e. por la Dialéctica de Estados e Imperios). Un Estado pequeño como Malta, Chipre o Grecia sólo puede abandonar -si lo consigue- un Imperio para ser subordinado por otro; esto es, no pueden tener la misma soberanía que Estados Unidos, China o Rusia. Caso de la Unión Europea.
4. Eutaxia y bien común (Política y Ética).
a. El concepto de bien común es un concepto constitutivamente mal construido y de carácter formalista. En efecto, una acción de gobierno orientada hacia el «bien común» que se resuelva por ejemplo en una subida de impuestos a las rentas más altas implica necesariamente que esa acción es «mala» para los ciudadanos particulares sujetos de esas rentas más altas; es decir, el «bien común» no es el «bien de todos» y cada uno de los sujetos ciudadanos del Estado tomados uno a uno sino el mal de algunos de ellos en favor del bien de otros. Pero eso es tanto como decir que, materialmente considerado, el «bien común» sencillamente no es «común» o «compartido», en tanto que excluye a esas partes (para las que la acción es un «mal») sino sólo «bien particular» para las partes beneficiadas y «mal particular» para las partes perjudicadas.
b. Los fines operantium de un gobierno no tienen por qué tener una correspondencia exacta con los fines operum. En efecto, un gobierno dado puede tener la intención de obtener con sus planes y programas el bien común (aun suponiendo que éste concepto no fuese estructuralmente contradictorio) y de hecho incurrir en un contrasentido. Más aún, un gobierno dado tiene de hecho intereses particulares de facción (electorales, clientelares) implícitos en el reconocimiento de la posibilidad esencial de la «corrupción política» que nada tienen que ver con el finis operantis del «bien común». De ahí precisamente la necesidad y legitimidad de los poderes ascendentes del Estado (de la «insubordinación» ciudadana).
c. La finalidad propia de la técnica política no es, entonces, el «bien común» sino la eutaxia (i.e. «capacidad de recurrencia del Estado»). La eutaxia no tiene per se un significado ético (no implica siempre un «bien», ni común ni particular). La inconmensurabilidad Política/Ética es esencial, no existencial. En efecto, los gobiernos suelen generar planes y programas cuya orientación no se agota en su escala política sino que puede perseguir una finalidad ética, que se resuelva o no como eutáxica considerada a escala política.
6/4/21
Crítica a un artículo de periódico de Pedro Insua
A continuación voy a exponer una crítica académica de este artículo de periódico de Pedro Insua. Enumeraré una serie de puntos y analizaré algunos pasajes que el mismo contiene para detectar qué errores ontológicos hay involucrados en él.
«Pasquín contra el liberal: anarcocapitalismo»
a. El título del artículo es: «Pasquín contra el liberal: anarcocapitalismo». Sin embargo, en el cuerpo del mismo no se menciona el anarcocapitalismo. Empero, si lo que se encuentra implícito en el título es que la posición a la que él se enfrenta es la del anarcocapitalismo, entonces hay que responder a esto que su idea de la corriente del anarcocapitalismo es excesivamente laxa. En efecto, como veremos, su posición no representa tanto la oposición al anarcocapitalismo como la oposición a cualquier ontología del Estado distinta de la propia del fascismo totalitario en cuanto holismo estatalista.
b. «De una familia, de una empresa, que nos venga mal dada, sólo nos puede proteger el estado. Y de un estado que nos venga mal dado, pues también: sólo el estado». Aquí el autor da a entender que un Estado es un sujeto operatorio en tanto que «proteger» es una operación. Es más, el pasaje dice literalmente que es el Estado el que nos protege del propio Estado. Sin embargo, no es el Estado en cuanto todo el que nos protege de sí mismo, ni tampoco es el Estado el que protege unas partes de sí mismo de otras partes de sí mismo, sino que son unas partes formales del Estado (el gobierno, en su caso) las que protegen a otras partes formales del Estado de la acción de terceros. Y por eso «holista».
c. «No hay instancia superior, y esto es lo que quiere decir soberanía». Pero sí que hay instancia superior y esa instancia superior son los Imperios tanto como las organizaciones supraestatales. Un Estado nunca puede ser soberano porque los gobiernos no son «libres» en el sentido de autónomos sino que están sujetos a la coyuntura geopolítica. Malta, Chipre o El Salvador no son «Estados soberanos» salvo en un plano formal jurídico. Y de ahí que su idea de «soberanía» es formalista.
d. «Esta legislación solo tiene sentido cuando el interés común está por encima del propio, y es que si el bien común se extinguiera también lo haría el propio». Aquí está dando por sentado que las acciones de gobierno están naturalmente dirigidas al bien común, pero los fines operantium de un gobierno no tienen por qué tener una correspondencia exacta con los fines operum. En efecto, un gobierno dado puede tener la intención de obtener con sus planes y programas el bien común de todas y cada una de las partes formales del Estado pero de hecho incurrir en un contrasentido. Además, la finalidad propia de la técnica política no es el «bien común» sino que es la «eutaxia» (i.e. capacidad de recurrencia del Estado). Más aún, un gobierno dado tiene de hecho intereses particulares de facción (electorales, clientelares) implícitos en el reconocimiento de la posibilidad esencial de la «corrupción política» que nada tienen que ver con el finis operantis del «bien común». De ahí precisamente la necesidad y legitimidad de los poderes ascendentes del Estado (de la «insubordinación» ciudadana).
En conclusión, la concepción del Estado representada por Pedro Insua en ese artículo no es la propia del Materialismo filosófico tal y como aparece expuesta en el Primer ensayo sobre las categorías de las "ciencias políticas" sino que se encuentra mucho más cerca de la propia de un fascismo de corte hegeliano en el que el Estado es soberano (causa sui), se da a sí mismo el gobierno, gobierno y Estado se identifican, se reduce la sociedad civil a la sociedad política (eliminando la distinción diamérica), etc.
1/4/21
«Determinismo social» como causa formal institucional de la personalidad
Supuesto un todo corpóreo dado, su forma se define como la multiplicidad, capa u orden de sus partes determinantes (partes con función determinante), en tanto que co-determinan unas correspondientes partes integrantes o materia con-formada del mismo todo; y su materia se define como la multiplicidad, capa u orden de sus partes integrantes (partes con función integrante), en tanto que aparecen codeterminadas por unas correspondientes partes determinantes o forma material del mismo todo.
P. ej.: Dados dos trozos de madera con figura triangular rectangular (t1, t2), adosados por su hipotenusa (de la misma longitud), conforman un cuadrado Q. El cuadrado Q es un todo corpóreo cuyas partes integrantes (t1, t2) son los dos triángulos, tal que Q=t1+t2. Asimismo, el cuadrado Q consta de partes determinantes tales como «paralelogramo» (P), «rectángulo» (R), o «equilátero» (E), que pueden considerarse como relaciones entre sus partes integrantes, y tal que Q=P∩R∩E. Sus partes integrantes (los dos triángulos rectángulos) son entonces su materia, y sus partes determinantes («paralelogramo», «rectángulo», «equilátero») son pues su forma.
Desde este punto de vista, podemos reinterpretar el determinismo social, como causa formal institucional de la personalidad, del siguiente modo: Supuesto como todo corpóreo un individuo personal (materia conformada) dado (pongamos: Davo), su forma -su personalidad- es la multiplicidad de sus correspondientes partes determinantes o institucionales (Davo «es bibliotecario», «le gusta la comida italiana», «tiene tales o cuales conductas», etc., pues de no ser así no sería Davo sino que estaríamos hablando de otra persona distinta); y su materia -su individualidad- es la multiplicidad de sus correspondientes partes integrantes o biológicas (Davo «mide tanto», «tiene pelo castaño», «tiene anemia, es decir, le falta hierro», etc.).
El determinante causal de esa forma (personalidad), por tanto la causa formal que implica que el individuo biológico tenga esas partes determinantes (que Davo sea Davo), es entonces y por definición el conjunto de las instituciones que lo han conformado, moldeado, impuesto, determinado. Llamamos «determinismo social», pues, a esta acción de conformación.