Cuestiones, teorías varias, tablas y resúmenes desde el Materialismo filosófico.
24/12/22
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16/11/22
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2/9/22
29/8/22
29/7/22
Aproximación a un análisis materialista de las ideologías de los cuatro principales partidos nacionales de España
El análisis presentado a continuación alberga la intención de aplicar esquemas de explicación social materialistas a las ideologías de los cuatro principales partidos nacionales de España (PSOE, PP, Podemos y Vox), relacionándolas, como superestructuras, con funciones tecnológicas o estructurales propias de la dialéctica electoral inherente a las democracias de partidos occidentales del presente, en el contexto del desarrollo histórico de la base económica, frente a la opción de considerarlas como meramente «autónomas» en cuanto tales ideologías, en la perspectiva del idealismo histórico. El texto consta, así, de cuatro apartados, cada uno de los cuales se destina a uno de los cuatro partidos. Se trata de un conjunto de explicaciones tentativo y susceptible de ser rectificado más adelante, pero que puede resultar interesante presentar sistemáticamente al menos de un modo provisional como material de trabajo.
I. La ideología del PSOE:
Corriente política en la que se enmarca: socialdemocracia.
Son partes integrantes suyas el feminismo, el LGBT, el ecologismo, el cosmopolitismo humanista, la defensa de las minorías étnicas, el distributivismo a través de «lo público» y el Estado de bienestar, etc. Resulta fundamental señalar que el obrerismo, que caracterizaba a la socialdemocracia previa a la caída de la URSS, va desapareciendo con los años tras ésta.
Explicación: Conforme va desarrollándose la sociedad de consumo o de mercado pletórico de bienes, las dos clases sociales fundamentales del capitalismo, los asalariados (antes «proletarios») y los empresarios (antes «burgueses») se van haciendo cada vez más heterogéneas, y con vasos comunicantes fluidos no solamente intergeneracionalmente, de padres a hijos, sino también dentro de una misma generación. Un asalariado promedio tiene cierta capacidad de ahorro que, unida a un préstamo o a ayudas de familiares le permite emprender, formar su propia empresa, es decir, tomar en propiedad los «medios de producción». Son también asalariados altos ejecutivos millonarios, así como son empresarios los propietarios de pequeñas empresas o los autónomos, que ya no cabe considerar «opresores», hasta el punto de que se ve rota la unidad dual en dos grandes bloques, los «opresores» y los «oprimidos», correspondientes en el capitalismo a «burgueses» y «proletarios», mutuamente enfrentados, constitutiva de la filosofía marxista de la historia. Esta situación se agrava con la caída de la Unión Soviética. Pero era precisamente el «proletariado» el sujeto de reivindicación de los partidos socialdemócratas. Así, desaparecido éste como tal grupo homogéneo, la socialdemocracia no podía más que disolverse como movimiento político, o adaptarse a un nuevo sujeto de reivindicación; y es en las mujeres, las minorías en cuanto a orientación sexual, las minorías étnicas, el problema global del cambio climático, etc. donde encontró a éste. Así, la transformación de la izquierda es una consecuencia de procesos estructurales que tienen lugar en la base económica. Carece de sentido intentar hoy el resurgimiento de la izquierda obrerista, interpretada como «la verdadera izquierda», sencillamente porque las condiciones han cambiado, e impiden ese resurgimiento. Se trata de un proceso que tiene lugar en los partidos socialdemócratas de más o menos todos los países occidentales, conforme se han ido desarrollando económicamente, con cierto desfase temporal mutuo. No se trata de un proceso con un origen único (por ejemplo en EEUU) que posteriormente se haya ido difundiendo al resto de países, sino de un fenómeno de plurigénesis fundado en la coincidencia de condiciones estructurales análogas en la «capa basal» (sistema productivo) de los diferentes Estados occidentales, respecto de sus partidos socialdemócratas propios. En el caso de España, ese partido ha sido el PSOE. Así, su «pack ideológico» tiene que ser entendido como superestructura de una función mercadotécnica básica de los partidos socialdemócratas para mantenerse en el poder.
II. La ideología del PP:
Corriente política en la que se enmarca: democristianismo.
Sus partes integrantes son con pocas diferencias las mismas que las del PSOE, si bien moderadas, lo que conduce al hecho de que las leyes que ha ido constituyendo el PSOE de contenido más inherentemente ideológico (Ley de memoria histórica, Ley de violencia de género, Ley del matrimonio homosexual, ley del aborto, etc.) no han sido derogadas, sino mantenidas o incluso apoyadas finalmente con ciertos años de retraso en los gobiernos del PP, al tiempo que PSOE y Podemos las continuaban en nuevas leyes (Ley de memoria democrática, Ley sólo sí es sí, Ley de la eutanasia, Ley trans, etc.). El PP se vende como «buen gestor», con un signo intencionalmente pragmático. La ideología no es lo importante, sino «que las cosas funcionen» cuando ellos gobiernan.
Explicación: De nuevo, conforme va desarrollándose la sociedad de consumo, se afianzan una serie de lógicas sociales que tienen su fundamento en la libertad-para, es decir, en la libre elección del individuo, para elegir qué comprar de entre decenas de productos semejantes de marcas distintas, para elegir a sus propios representantes políticos (y así la «victoria de la democracia», que no es sino una transposición de las lógicas del mercado al gobierno, es decir, al ámbito de lo político), pero también para abortar, para suicidarse, para consumir estupefacientes, o incluso, en el terreno de la educación de los niños, para elegir la propia religión conforme se crezca, para elegir los juguetes o el vestuario «libre de estereotipos de género», y en el límite para elegir el propio sexo, es decir, si uno mismo es hombre o mujer, pero también «género fluido», «bigénero» o «agénero». En este avance, los valores cristianos tradicionales, que son esencialmente socialistas, basados en una moral comunitaria del deber y no de la libertad, no tienen cabida. De nuevo, a los partidos de raigambre cristiana no les quedaba otra opción, si querían poder continuar compitiendo en el mercado electoral, que adoptar una posición meramente pragmática o tecnócrata, que se confunde en ocasiones con el oportunismo. Pero como quiera que es imposible gobernar sin ideología, al PP no le quedaba más remedio que adoptar la misma del PSOE, con una diferencia: que mientras que el PSOE se presenta a sí mismo como «vanguardia en la lucha por los derechos civiles», al PP no le queda más que presentarse como mejor gestor en la esfera de los medios, aceptados los fines, y una vez moderada esa ideología, es decir, asumida igualmente sólo que con retraso. El resultado de esta diferencia consiste en la dificultad «extra» del PP para poder imponerse electoralmente, pese a ser efectivamente mucho mejor gestor que el PSOE, en tanto que es éste segundo el que no solamente tiene la legitimidad social del statu quo moral de la España actual, sino que es además él mismo el que constituye ese statu quo, es decir, el que tiene el poder de controlar la «vara de medida» de qué cosas son o no son moralmente legítimas.
III. La ideología de Podemos:
Corriente política en la que se enmarca: socialdemocracia, pero en una rama populista sui generis con elementos de un marxismo difuso recibido a través de la influencia de Ernesto Laclau.
Sus partes integrantes vuelven a ser las mismas que las del PSOE, pero, así como en el PP se encuentran en una versión moderada, en Podemos se dan en una versión radicalizada. Sin embargo, resulta fundamental recoger el hecho de que originariamente el centro de su discurso no residía en elementos como el feminismo o el ecologismo, sino en la dialéctica entre élite («la casta», «los de arriba», identificados con PP y PSOE, el régimen bipartidista) y pueblo («los de abajo»).
Explicación: Así como tenía sentido presentarse a sí mismos como un partido esencialmente nuevo, del pueblo, que iba a acabar con «la casta», en el momento en que surgieron, esa presentación deja de tener sentido una vez alcanzan alcaldías, presidencias autonómicas, en solitario o en coalición con el PSOE, o el mismo gobierno nacional. De nuevo, llegado a ese punto, no le quedaba más remedio que adoptar la ideología del PSOE, con el añadido, como marca distintiva en el mercado electoral, de ir aún más «avanzados» en la «lucha por los derechos» (y así se explica la contradicción entre el feminismo de Carmen Calvo y el feminismo de Irene Montero). Si esta fórmula parece estar resultando insuficiente y Podemos se va descomponiendo al tiempo que pierde votantes (Íñigo Errejón con Más Madrid, Teresa Rodríguez con Adelante Andalucía, Yolanda Díaz con Sumar), se debe a las contradicciones internas que está generando el momento práctico que esa ideología legitima, y que naturalmente serán mayores cuanto mayor sea el radicalismo de las medidas.
IV. La ideología de Vox:
Corriente política en la que se enmarca: derecha alternativa.
Sus partes integrantes, al contrario que en el caso del PP y Podemos, sí se diferencian claramente de las del PSOE, e incluyen constantes como la patria, España, la familia, el antiglobalismo, especialmente en materia de inmigración, la soberanía, frente a las líneas socialdemócratas de la Unión Europea, y los valores tradicionales cristianos en general, aunque desprovistos de su fundamentación religiosa.
Explicación: Las medidas prácticas que el statu quo ideológico socialdemócrata ha legitimado han demostrado ser erróneas. El intento de suplir el descenso gradual de la tasa de natalidad, acompañado de la erosión de la institución de la familia nuclear, a través de inyecciones constantes de inmigrantes ha generado un incremento de la inseguridad en las calles, al tiempo que en los barrios humildes iba aumentando cada vez más la proporción de población extranjera, sobre todo magrebí. Hay una contradicción clara entre la protección de la mujer y la defensa de la «identidad» de las minorías étnicas y su derecho a ejercer instituciones como el uso del hiyab, siendo las mujeres o las personas LGBT precisamente las más afectadas por el incremento de la inseguridad. La desaparición de la palabra «España» y su sustitución por fórmulas como «el Estado» o «este país» se manifiesta correlativa a la transformación de la nación en un conjunto de «comunidades autónomas» en proyecto de ser tan autónomas como auténticos Reinos de Taifas, e ideologías como el catalanismo, el vasquismo, el galleguismo, el andalucismo, etc. no ven ninguna contraparte en un nacionalismo español unitarista, conduciendo a la situación límite del referéndum ilegal de independencia en Cataluña. La «defensa del medio ambiente» conduce a un encarecimiento del precio de la electricidad o el combustible no atribuíble de manera exclusiva a la Guerra de Ucrania, y cuyas consecuencias hacen especialmente vulnerables a las clases medias y bajas, que son quienes no pueden pagar el aire acondicionado en verano, o la calefacción en invierno, al tiempo que la energía nuclear, que es no solamente la más rentable sino también la más «limpia» continúa vetada o incluso tabuada. La presunta protección de la población transexual conduce a un aumento exponencial del número de casos de disforia de género y solicitantes de «cambio de sexo», incluyendo amputación de senos o genitales, mientras va creciendo el discurso de que estos «han nacido en un cuerpo equivocado», y donde el intento de obtener una definición de «hombre» o de «mujer» se vuelve una «misión imposible». La «derecha alternativa» se presentará, así, no tanto como una opción «pragmática», de «buenos gestores», sino como una auténtica alternativa ideológica, que recupera muchos de los valores tradicionales, aunque no en su forma tradicional «pura», ni tampoco todos ellos. En suma, el hecho de que en los países occidentales se haya venido articulando durante los últimos años una «reacción a la derecha» frente a la hegemonía cultural socialdemócrata, hasta el punto de apuntar al logro de «ponerla en jaque», no es sino una consecuencia de las propias contradicciones internas de ésta.
7/7/22
25/6/22
Contraargumentos contra la naturaleza ética del libre aborto
Al argumento «un embrión es sólo un conjunto amorfo de células, apenas distinguible de la madre y sin órganos claramente diferenciados, y no un individuo formado susceptible de ser sujeto de derechos éticos», se contesta:
1. Que un embrión no es un mero «conjunto de células», sino un organismo en gestación irreductible a la suma de las células del conjunto que lo compone, y que, por tanto, ya tiene una forma (no es amorfo), y esa forma es humana.
2. Que «apenas distinguible» es distinto de no ser distinguible en absoluto, pero lo que sí se da absolutamente es la continuidad del embrión hacia el posterior individuo adulto, que se reproducirá a su vez junto a otra hembra humana, y después será anciano y morirá, y cuya muerte como tal embrión es violenta sobre ese proceso que está ya teleológicamente dirigido.
Al argumento «que sea un embrión humano no significa que sea un ser humano, porque no tiene su aspecto», se contesta:
1. Que si es «embrión humano» es porque al género «embrión» se le añade la diferencia específica «humano» (respecto de «gato», «loro», etc.), luego significa necesariamente que es humano. Mutatis mutandis, «mesa roja» implica necesariamente que la mesa es «algo rojo».
2. Que el que no presente el aspecto de un humano resulta de tomar como canon de «hombre» al humano adulto; pero el desarrollo del embrión hacia el humano adulto, y del adulto hacia el anciano con posterior defunción es un proceso continuo, sin que se dé un momento determinado en el que el individuo «pase a tener» ese aspecto (ut supra).
Al argumento «así como el cese de actividad cerebral distingue al humano vivo del humano muerto, así sirve para delimitar el comienzo de la vida humana, antes de lo cual no puede hablarse propiamente de ser humano vivo», se contesta:
1. Que el cese de la actividad cerebral es signo de la muerte del individuo, pero no es idéntico a esa misma muerte, y del mismo modo se podrían tomar otros signos igual de válidos, como el olor a podredumbre.
2. Que es lo mismo no haber desarrollado aún la actividad cerebral (igual que tampoco el bebé ya nacido ha desarrollado aún los dientes, o la actividad sexual procreadora) que haberla perdido.
3. Que hay seres vivos sin actividad cerebral, y no por carecer de ella decimos que no están vivos.
Al argumento «el embrión no puede ser humano sólo por serlo en potencia, porque de ser así cualquier célula humana, en tanto que puede ser clonada para dar lugar a un nuevo individuo completo, sería a su vez sujeto de derechos éticos», se contesta:
Que el embrión no es un ser humano en potencia, sino actualísimamente, y sustancialmente el mismo que la persona posterior.
Al argumento «el aborto está éticamente justificado porque el embrión no podría sobrevivir independiente, fuera del cuerpo de la madre», se contesta:
1. Ad hominem, que tampoco un bebé ya nacido podría sobrevivir independiente de la asistencia de la madre, ni quien argumenta así, totalmente solo en cualquier entorno natural. Los seres humanos son una especie social y esencialmente dependiente.
2. Que incluso si se precisa el argumento desde «matar a un individuo humano está justificado si es dependiente» hacia «está justificado si es dependiente biológico directo aunque no si es socialmente dependiente o dependiente solo indirectamente», esta diferencia sigue sin afectar a la naturaleza del hecho, que es que el embrión es un individuo vivo (no inerte) humano (no de otra especie) realmente distinto del organismo de la madre progenitora, y como tal, por tanto, sujeto de derechos éticos.
Al argumento «el embrión no es un ser sintiente, luego no sufre cuando se interrumpe el embarazo», se contesta:
1. Que el fundamento de la ética no es el sentimiento como tal, sino la fortaleza del ser humano considerado, es decir, su capacidad de seguir existiendo. Cuando una acción perjudica su fortaleza, esa acción es antiética, inmediatamente considerada, incluso aunque él no sienta su efecto.
2. Que el embrión es un individuo teleológicamente dirigido a ser un ser sintiente (ut supra). Luego al matarlo también se actúa indirectamente en contra de uno, que ya existe en cierto sentido durante el proceso del embarazo, en la medida en que es sustancialmente el mismo.
3. Ad hominem, que alguien en coma o inconsciente tampoco es un ser sintiente, y sin embargo no se considera legítimo matarlo, en la medida en que quepa esperar que recupere la consciencia. Y esto es así porque implícitamente se reconoce que lo que hace antiético el matarlo no es la condición de ser sintiente, sino la condición de ser humano, orientado a recuperar su personalidad junto a la consciencia si no se lo mata.
Al argumento «es mi cuerpo y es mi decisión; que decidan las mujeres, que son a quienes afecta», se contesta:
1. Que el embrión no es parte de su cuerpo. En efecto, está conectado a él pero es un individuo biológico realmente distinto de la embarazada. Por tanto, la decisión de la madre sobre su cuerpo afecta a un segundo sujeto ético diferente de la madre, el nasciturus, en tanto persona en potencia, y no sólo a ella.
2. Que no sólo a la mujer embarazada y el embrión concierne e interesa que se produzca o no el aborto, sino también al potencial padre, al entorno familiar de ambos y a la sociedad en su conjunto.
3. Que el principio de autodeterminación del individuo no tiene significado ético per se, sino en la medida en que se compone con el principio de promoción de la fortaleza, incluida la fortaleza del embrión humano en formación. Si mi libertad es libertad-para matar, entonces ésta es antiética.
4. Ad hominem, que si el afectar inmediatamente a determinado grupo de individuos es confición suficiente para justificar que sean ellos quienes decidan esto que les afecta, aquellos que poseen las mayores riquezas económicas debieran ser también quienes decidan cuántos son los impuestos que tributan. Pero si esa forma de razonamiento no justifica esto, tampoco lo otro justifica aquello.
Al argumento «si no se legaliza el aborto, van a abortar igualmente pero en peores condiciones, clandestinamente, y poniendo en peligro la vida de la madre», se contesta:
1. Que, en efecto, la prudencia política prescribe la constatación y medición de esa posibilidad efectiva. Pero, aun concediéndola, no se seguiría de ella que el aborto que se realizase en tales condiciones sin satisfacer los supuestos estipulados supra estuviese bioéticamente justificado (falacia naturalista).
2. Ad hominem, que: «Derogar el derecho al homicidio no borra de la realidad el hecho de que haya homicidios. Termina con las condiciones que permiten hacerlo con seguridad, especialmente para aquellas personas que no tienen dinero para contratar un sicario.» Pero si esta forma de razonamiento no es condición suficiente para justificar la legalización del homicidio, tampoco lo es para justificar la legalización incondicionada del aborto.
Al argumento «si la madre no lo quiere (en tanto que desea abortarlo), entonces será infeliz en caso de nacer, máxime si no se presentan las condiciones económicas adecuadas», se contesta:
1. Que el deseo de la madre de tenerlo o no es un resultado de la realimentación con la propia ideología proabortista, que presenta tener hijos como una «carga» que «esclaviza a la mujer» e impide su «autorrealización personal» frente a por ejemplo su incorporación y dedicación íntegra al mercado laboral. Y que ello es así lo corrobora el hecho de que estas apreciaciones sólo se dan en países capitalistas altamente industrializados del llamado «primer mundo», que son precisamente los más ricos.
2. Que el porcentaje de potenciales madres que en caso de dar a luz no podrían de modo alguno hacer feliz a su hijo también depende de criterios institucionalizados de valoración como que si no estudia una carrera universitaria y se dedica un oficio, entonces su vida sería indigna. Pero estos criterios son los que piden también el principio.
3. Ad hominem, que si consideramos que las condiciones económicas medias que presenta la mujer que aborta en España son condición suficiente de justificar su aborto en base a la imposibilidad de ofrecer una buena vida a su potencial hijo, entonces estaría prescrito el aborto de la práctica totalidad de potenciales hijos en todos los países pobres, que no son los del llamado «primer mundo» (Kenia, Burundi, Congo, Pakistán, Irak, Tahití, etc.), y los del primer mundo en cualquier época anterior al surgimiento del Estado de bienestar (desde la prehistoria hasta el siglo XX), en cuyo caso éste ni siquiera habría llegado a constituirse como tal porque la especie humana ya se habría extinguido. Lo cual demuestra que el criterio que se mantiene de lo que es una «buena vida» es absurdo y genocida.
Al argumento «una chica de 15 años presenta un córtex prefrontal inacabado, y por tanto no se le puede atribuir responsabilidad sobre su embarazo», se contesta:
1. Que aunque su córtex prefrontal determine una «mayor impulsividad», ésta es plenamente responsable y consciente de lo que hace. Y que ello es así lo corrobora el cuidado que pone en cosas como no perder su móvil, en tanto que entiende lo que sucederá si lo pierde.
2. Que aunque no fuese así seguiría sin estar bioéticamente justificado que aborte, como tampoco si roba o agrede a otra persona.
3. Que un amplio porcentaje de quienes abortan no son chicas de 15 años sino también mujeres de 30, que simplemente no han querido usar medios anticonceptivos, y donde las consecuencias de esa decisión consisten en España en que el contribuyente deba pagar con sus impuestos los medios para que éstas maten a sus hijos por la sanidad pública.
Al argumento «la individuación del embrión por su identidad somática y no sólo genética no tiene lugar hasta el día 13/14, luego el aborto está bioéticamente justificado siempre hasta ese momento» (argumento de D. Alvargonzález) se contesta (contraargumentos de C. Madrid):
1. Que el que la gemelación no tenga lugar hasta ese momento y dependa del medio materno no resulta inherentemente problemático para una doctrina no binaria de la causalidad. En efecto, así: causa-genoma/armadura-el medio materno/efecto-que haya o no gemelación. En tal caso, el efecto sólo resulta dada la armadura de cierto medio materno, pero el determinante causal sigue siendo el genoma.
2. Que la ruptura de continuidad transversal de la identidad individual del cigoto en la gemelación no implica la ruptura de continuidad longitudinal, que lleva del cigoto inicial tanto al primer como al segundo gemelo.
3. Que la negación del contraargumento previo implicaría por coherencia que una ameba o un paramecio, que se reproducen por bipartición, no son individuos previamente a que ésta tenga lugar. Pero lo son. Luego también el cigoto previamente a la gemelación.
4. Ad hominem, por apelación al argumento de Diodoro Cronos, que si era necesario que el cigoto diese lugar a la gemelación, en tal caso habría una doble, triple… justificación -por cada uno de los gemelos- de la prohibición del aborto previamente al día 13/14.
Al argumento «las partes de la mórula no constituyen una totalidad integrada, donde en ciertas especies incluso puede separarse alguna de ellas y dará lugar a otro individuo nuevo, y por tanto no puede hablarse de un organismo humano susceptible de ser protegido, sino más bien de un mosaico de organismos» (argumento de L. Nuño de la Rosa), se contesta:
Que, siendo el cigoto ya un organismo biológico, anterior a la mórula, implicaría o bien que éste desaparece al constituirse la mórula y vuelve a reaparecer tras ésta, proceso que incluye saltos causales imposibles, o bien que un organismo, el cigoto, se multiplica en diversos organismos que después se reintegrarán en un organismo único, proceso que, siendo similarmente ininteligible, no sólo no excluiría la existencia de organismo humano en la mórula, sino que incluso implicaría la existencia de múltiples organismos humanos, en cuyo caso quedaría aún más justificada éticamente la prohibición de matar a ese «mosaico de organismos», por su multiplicidad, que concibiéndolo como organismo unitario (ut supra).
8/5/22
Anotación sobre la Ontología general de Antonio Gramsci
En su significado etimológico, «Ontología» designa el saber sobre el Ser. Esta acepción la reinterpreta Gustavo Bueno atribuyendo a la Idea de «Materia» una posición análoga a la que ocupa la de «Ser» en la ontoteología tradicional heredada de la la Escolástica católica, y en particular del tomismo, distinguiendo con Christian Wolff de un lado una «Ontología general», que se refiere a la Idea de Ser en general, y que en la ontología materialista corresponde a la Idea general de Materia (M, materia ontológico-general, también llamada materia trascendental o materia indeterminada), en su relación con las Ideas de Mundo antrópico (Mi, también llamado mundo fenoménico, materia interpretada o materia determinada) y de Ego trascendental (E, el momento antrópico de ese Mundo, es decir, el Hombre como «demiurgo constructor del mapamundi filosófico»), y, de otro lado, una «Ontología especial», que se refiere a las Ideas de Mundo, Alma y Dios, correspondientes en la ontología materialista a los Tres Géneros de Materialidad (M1, la materia física, M2, la materia psicológica o experiencial, y M3, la materia lógica o conceptual).
Aquí vamos a analizar la filosofía de Antonio Gramsci en lo tocante al apartado de la Ontología general, es decir, en función de las Ideas de M, Mi y E, a través de cuatro fragmentos tomados de sus Cuadernos de la cárcel, dentro de la sección titulada El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, y recogidos en la selección de escritos en Península que se titula Introducción a la filosofía de la praxis (1970, Barcelona). Dividiremos esta interpretación en tres partes: primera, sobre la relación entre M y Mi, segunda, sobre la relación entre E y M, y tercera, sobre la relación entre E y Mi.
1. Sobre la relación entre M y Mi:
Gramsci problematiza la sentencia de Marx que afirma que la realidad (interpretable por «M») se agota en los fenómenos (interpretable por «Mi»), es decir, que M=Mi, entendiendo «M» y «Mi» como conceptos-clase y el signo «=» como designativo de la identidad en el número de elementos entre ambos («realidad» y «fenómenos» tienen los mismos elementos, es decir, todo lo que es real es percibido fenoménicamente, y todo lo percibido fenoménicamente es real). Esta posición ontológica que Gramsci atribuye a Marx es lo que Bueno designa como mundanismo. En sus palabras:
En La Sagrada Familia se dice que toda la realidad se agota en los fenómenos y que más allá de los fenómenos no hay nada; y así es ciertamente. Pero la demostración no es cómoda. [...] Hecha la afirmación de que lo que conocemos en las cosas no es más que nosotros mismos, nuestras necesidades y nuestros intereses, es decir, que nuestros conocimientos son superestructuras (o filosofías no definitivas), es difícil evitar que se piense en algo real más allá de estos conocimientos, no en el sentido metafísico de un "noúmeno", de un "dios ignoto" o de "un incognoscible", sino en el sentido concreto de una "relativa ignorancia de la realidad", de algo todavía "desconocido", que, sin embargo, se podrá conocer algún día, cuando los instrumentos "físicos" e intelectuales de los hombres sean más perfectos, es decir, cuando hayan cambiado en sentido progresivo las condiciones sociales y técnicas de la humanidad. (pp. 31-32)
Y es que «noúmeno» o «dios ignoto» son precisamente conceptuaciones desviadas (metafísicas) de la Idea de Materia ontológico general. Sin embargo, esta matización de Gramsci, que apunta hacia la distinción real entre M y Mi, no se realiza plenamente, lo cual se observa en el supuesto de que eso que es «desconocido» necesariamente podrá ser conocido algún día, es decir, que no hay nada que sea «incognoscible». De este modo, suprime del ignoramus, ignorabimus de du Bois-Reymond el momento del ignorabimus, y mantiene un principio de monismo y mundanismo, exigido además por la filosofía progresista de la historia del marxismo.
2. Sobre la relación entre E y M:
De un lado, la definición de «lo objetivo» como algo que puede ser verificado por todos los hombres, independientemente del punto de vista de cada individuo o grupo puede ser interpretada como una segregación del sujeto operatorio, en el sentido de la disociación que se produce entre el científico enclasado en un grupo (nacionalidad, sexo, familia, corporación profesional, clase social, etc.) y el teorema científico (cuya verdad es independiente de esas nacionalidad, sexo, familia, etc. del científico que lo construye, en tanto que puede ser verificada por cualquier otro individuo de cualquier otro grupo, siempre y cuando reproduzca las condiciones experimentales originarias del primero). De otro lado, la afirmación de que sin el hombre, el universo es la nada admite una interpretación de «hombre» por «E» y de «universo» por «M», y Gramsci estaría constatando, por tanto, que el «mapamundi filosófico» es siempre una realidad antrópica, incluso aunque los teoremas científicos se disocien o segreguen de los científicos que los construyeron. La «eliminación de E» en ese mapamundi no tiene, así, más sentido que el de un mero límite lógico, construido desde el propio Mundo (Mi), es decir, en función de E («a través del lenguaje y el pensamiento»).
La labor científica [...] establece lo que es común a todos los hombres, lo que todos pueden controlar del mismo modo, independientemente unos de otros, siempre y cuando observen igualmente las condiciones técnicas de verificación. "Objetivo" significa únicamente que se afirma que es objetiva, realidad objetiva, la realidad verificada por todos los hombres, independiente de cada punto de vista meramente particular o de grupo. [...] Buscar la realidad fuera de los hombres, es decir, entenderla en sentido religioso o metafísico, aparece, incluso en la ciencia, como una paradoja. Sin el hombre, ¿qué significaría la realidad del universo? Toda la ciencia está ligada a las necesidades, a la vida, a la actividad del hombre. Sin la actividad del hombre, creadora de todos los valores, incluso los científicos, ¿qué sería la "objetividad"? Un caos, es decir, nada, el vacío, si así puede decirse, porque realmente, si se imagina que el hombre no existe no se puede imaginar ni la lengua ni el pensamiento. (pp. 40-41)
3. Sobre la relación entre E y Mi:
Finalmente, Gramsci concibe la relación entre la ciencia como una construcción humana (E) y la realidad conocida por ella (Mi) en función de la distinción marxista clásica entre base (o «estructura») y superestructura, y analiza el conocimiento científico en términos de una superestructura, con lo cual enraiza también con la concepción sociologista de la ciencia inherente a la tradición marxista.
Pero, en realidad, incluso la ciencia es una superestructura, una ideología. ¿Puede decirse, sin embargo, que en el estudio de las superestructuras la ciencia ocupa un lugar privilegiado, porque su reacción sobre la estructura tiene un carácter particular, de mayor extensión y mayor continuidad de desarrollo, especialmente después del setecientos, cuando se otorgó a la ciencia un lugar aparte en la estimación general? Que la ciencia es una superestructura lo demuestra también el hecho de que ha tenido períodos de eclipse, períodos en que ha sido oscurecida por otra ideología dominante, la religión, que afirmaba que había absorbido la ciencia misma; así, por ejemplo, la ciencia y la técnica de los árabes les parecían a los cristianos pura brujería. Más aún: pese a los esfuerzos de los científicos, la ciencia no se presenta nunca como una noción puramente objetiva; siempre va envuelta en una ideología; concretamente: la ciencia es la unión del hecho objetivo con una hipótesis o un sistema de hipótesis que superan el mero hecho objetivo. (pp. 41-42)
14/4/22
Cinco argumentos en contra de las medicinas holísticas
Se dice «medicina» a la categoría cuyo cierre tecnológico constituye la preservación de la salud corpórea humana, i.e., la transformación de organismos humanos enfermos en organismos sanos, y el mantenimiento de los sanos como sanos (medicina preventiva).
Se dice «medicina moderna occidental» a la especie de medicina de la tradición occidental que involucra en sus análisis conocimientos científicos de la Biología o la Química una vez éstas se constituyeron hacia el s. XVIII. A ésta se contraponen p. ej. las llamadas medicinas holísticas, i.e., todas aquellas que afirman que el diagnóstico y tratamiento de enfermedades debe tener en cuenta a la persona «como un todo» y no sólo aspectos corpóreos, y para las que explicar a través de procesos bioquímicos constituiría una forma de reduccionismo. Sobre lo cual se contesta:
1. Que la medicina occidental ya conoció el planteamiento holístico por medio de Hipócrates (afín al aristotelismo) y su teoría de los humores; y lo desechó en tanto fue superado por el planteamiento galénico (afín al platonismo).
2. Que no es verdad que la medicina moderna ignore los procesos mentales. Precisamente el efecto placebo corresponde a uno, y se tiene en cuenta a la hora de probar la eficacia de cualquier nuevo medicamento.
3. Que la medicina holística cajanegriza el organismo humano y no tiene en cuenta los mecanismos bioquímicos porque los ignora, al sustituirlos por variables metafísicas como los Cuatro Humores, los Cinco Elementos, los Siete Chakras o las Tres Gunas.
4. Que la crítica a reduccionismos como el neurológico (cerebrocentrista) no implica una enmienda a la totalidad de la medicina moderna. El problema no es el tener en cuenta procesos neuronales, sino hipostatizarlos al margen de las causas sociales que los desencadenan. E.g., cuando un imán musulmán enfurece porque hay una chica con minifalda en la mezquita, la causa no se circunscribe meramente a sus procesos neurológicos, pero no porque estos no se den o no tengan significado causal, sino porque forman parte como un eslabón intermedio de la cadena causal que a través de los valores institucionalizados de la Sharía conduce dado el estímulo «vista de chica con minifalda en la mezquita» a la respuesta «conducta airada».
5. Que la medicina occidental moderna puede explicar las medicinas holísticas, es decir, por qué funcionan realmente cuando lo hacen, bien por placebo, bien por procesos bioquímicos que tienen lugar por los contenidos de los medicamentos naturales que usan, mientras que las medicinas holísticas no pueden explicar por qué la medicina occidental funciona cuando lo hace. Lo cual demuestra la mayor potencia epistémica de la primera.
2/4/22
Guión para el Teatro crítico sobre Nadie nace en un cuerpo equivocado
I. Distinción de diferentes planos o enfoques del libro:
1. Medicina-psicoterapia:
a. Explicación de la disforia de género como fenómeno social, incluido el factor realimentación con la propia nematología queer.
[…] no podemos olvidar el carácter de profecía autocumplida que puede tener la difusión de la visión queer de la identidad de género entre la población. En los medios de comunicación, en los contenidos escolares, en las redes sociales, las personas más jóvenes encuentran a mano la oferta trans generista, y algunas de ellas pueden comprobar cómo el mero hecho de acercarse a ella dispara un efecto mariposa en las personas de su entorno de consecuencias a largo plazo. (p. 122)
b. La espera atenta como propuesta de tratamiento.
[…] la mayoría de quienes presentan disforia desisten, por no hablar del creciente número de destransicionistas. Esto sugiere dos cosas: una es que el enfoque afirmativo «cuanto antes» puede ser precipitado y otra que la espera atenta sería más prudente. La espera atenta (watchful waiting) es una práctica de la medicina consistente en esperar y ver el curso de algún malestar antes de emitir un diagnóstico y emprender un tratamiento. Nada parece más prudente también en el caso de la disforia de género en la infancia y la adolescencia, particularmente en relación con la citada disforia de comienzo rápido. (p. 224)
2. Sociología:
a. Análisis de la superestructura ideológica individualista que se realimenta con la catástrofe demográfica.
En el camino hacia la autonomía laboral y económica de la mujer, la maternidad sería, en el mejor de los casos, una opción personal tan adecuada como su contraria, y, en el caso más habitual, una dificultad añadida para librarse de la servidumbre y poder y alcanzar un estado pleno de derechos y ciudadanía. (p. 47)
Gradualmente van convergiendo toda una serie de factores que presionarán en la misma dirección: la amplia aceptación social de estas posturas feministas, la incorporación de la mujer al mercado laboral, la extensión del uso de métodos anticonceptivos, la sucesión de crisis económicas que dificultan la independencia de los jóvenes, la defensa desde el mercado neoliberal de estilos de vida y sistemas de valores centrados en los placeres a corto plazo y la promoción de un furioso individualismo, van modificando todo el ámbito de connotaciones y cargas emocionales que rodean a la natalidad. (p. 47)
b. La caída del imperativo procreador como causa del olvido de la función de reproducción en el tratamiento de la categoría de sexo.
Los cambios en las conductas sexuales y sus valoraciones sociales a lo largo del último siglo han permitido que se puedan escribir libros y libros acerca del sexo sin que aparezcan ni una sola vez palabras como reproducción, embarazo, natalidad, maternidad o paternidad. (p. 49)
c. Análisis de la influencia del activismo queer en la legislación, el sistema educativo, las empresas y la televisión.
Compañías como American Airlines, Apple, J. P. Morgan o Nike declararon a comienzos de este siglo un expreso apoyo al movimiento LGTBIQ+, que posteriormente fue seguido por la práctica totalidad de las empresas del mundo occidental, y que se tradujo en políticas explícitas inclusivas de las personas pertenecientes a este colectivo. Además de rechazar radicalmente cualquier tipo de discriminación contra los trabajadores en función de su orientación sexual o su identidad de género, las corporaciones también han comenzado a recoger los aspectos relativos a la salud sexual dentro de sus seguros médicos, a incluir en ellos a las parejas de los trabajadores al margen de cuál sea su sexo, a ofrecer cursos formativos a sus empleados acerca de la realidad LGTBIQ+ o, incluso, a comprometerse con cuotas de contratación de personas pertenecientes a este colectivo. (p. 95)
3. Filosofía de la Biología:
Teoría del sexo como oposición binaria, de los gametos como su núcleo y de su indisociabilidad respecto de la función reproductiva.
En particular, en los humanos -y en todos los mamíferos-, la reproducción sexual es oogámica, un tipo de reproducción anisogámica en el que el pequeño gameto masculino se introduce en el cuerpo de la mujer y viaja hasta encontrarse con el gran gameto femenino inmóvil, lo que da lugar a la fecundación y al inicio de una gestación que ocurrirá dentro de dicho cuerpo. […] El sexo del embrión resultante será uno u otro en función de que el espermatozoide haploide contenga o no el cromosoma Y, conocido por contener el famoso gen SRY en su brazo corto […]. Este gen, junto con la presencia o ausencia de receptores andrógenos, marcará el tejido gonadal del nuevo individuo, lo que a su vez determina el tipo de gametos que producirá. (pp. 34-35)
No hay un tercer tipo de gametos. No hay ni espermatóvulos ni ovulozoides. Los gametos no forman un espectro. La fecundación y la gestación no son los extremos de un continuo de funciones. (p. 35)
4. Antropología filosófica:
a. Teoría de la persona y de la identidad personal.
[…] el individuo no es más -¡ni menos!- que el punto de cruce en donde se unen todas las relaciones que definen a una persona, y la idea de una esencia interna autooriginada está tan desencaminada como la idea de un nudo en una red que fuera previo o aislable de los hilos que lo forman. Dicho ahora de una forma no ya antropológica sino psicológica, el «yo» es una construcción social colectiva, no una mera emanación del individuo cuya armonía pueda ser puesta en peligro por la sociedad. (p. 127)
b. Teoría fenomenológica del género. Si pueden contarnos más acerca de ésta.
II. Disforia de género y contagio social.
Que me ha parecido encontrar puntos de solidaridad entre la teoría médica de la disforia de género expuesta en el libro y la de Abigail Shrier en su Un daño irreversible. Shrier no pretende que «toda la disforia de género se explica por el contagio social», sino que en la historia de la disforia de género ésta siempre se había dado en niños varones; pero ahora en EEUU el número de casos ha ascendido exponencialmente y se da mayoritariamente en chicas adolescentes. Luego hay dos tipos de disforia de género distintos; el contagio social buscaría explicar solo la anomalía histórica del segundo, no el primero. De acuerdo con ella el «contagio social» se particularizaría en el modo por el cual un individuo flotante dado encuentra como salida a su situación de despersonalización la adopción de una nueva identidad como transgénero; este medio no sólo no siempre aliviaría su situación sino que además con sus operaciones de cirugía correspondientes los abocaría a un daño irreversible:
Lucy comprendió que aquello suponía una nueva oportunidad para ser aceptada socialmente, un primer sentimiento de pertenencia. Cuando más tarde ese otoño se agravó su ansiedad, decidió, junto con algunas de sus amigas, que su angustia tenía una causa de moda: la «disforia de género». En menos de un año, Lucy empezó a tomar testosterona. pero su verdadera droga, la que la enganchó, fue la promesa de una nueva identidad. Una cabeza afeitada, ropa de chico y un nuevo nombre fueron las aguas bautismales de un renacimiento de mujer a hombre. (p. 22)
No tiene su origen en la disforia de género tradicional, sino en los vídeos de internet. Representa el mimetismo inspirado en los gurús de la web, un compromiso asumido con las amigas: manos entrelazadas y respiración contenida, ojos cerrados con fuerza. Para estas chicas, la identificación trans ofrece liberarse de la persecución implacable de la ansiedad; satisface la más profunda necesidad de aceptación, la emoción de la transgresión, la seductora cadencia de pertenencia. (p. 30)
Qué opinan de su teoría y si se han inspirado en alguna medida en ella a la hora de escribir Nadie nace en un cuerpo equivocado.
III. Falacia del porcentaje de intersexuales y su comparación con el porcentaje de pelirrojos (poner imagen de primera entrada de búsqueda).
Que ésta es capciosa por dos razones:
1. Porque el porcentaje de intersexuales es el resultado de una ampliación interesada por parte de Anne Fausto-Sterling (a la que por cierto cita Judith Butler como autoridad en filosofía de la biología) del concepto de «intersexualidad» para presentar los sexos como un constructo arbitrario del discurso:
Las cifras de variantes intersexuales van del 1,7 por ciento al 0,018 por ciento. De acuerdo con un criterio laxo, que define a una persona intersexual como cualquier «individuo que se desvía del ideal platónico de dimorfismo absoluto cromosómico, gonadal, genital y hormonal», habría un 1,7 por ciento de nacidos que se desvían del ideal de varón o mujer. Esta cifra se ha asumido a partir de datos que se encuentran en el libro de Anne Fausto-Sterling Cuerpos sexuados, del año 2000, y que se mantienen en su segunda edición de 2020. […] La cifra de 1,7 por ciento deriva de una serie de condiciones cuyas cifras ofrece la propia autora:
·Hiperplasia adrenocortical congénita tardía: 1,5 por ciento.
·Síndrome de Klinefelter: 0,0922 por ciento.
·No XX o no XY (salvo síndrome de Turner y Klinefelter): 0,0639 por ciento.
·Síndrome de Turner: 0,0369 por ciento.
·Hiperplasia adrenocortical congénita clásica: 0,00779 por ciento.
·Síndrome de insensibilidad a los andrógenos: 0,0076 por ciento.
·Hermafroditas verdaderos: 0,0012 por ciento.
·Idiopáticos: 0,0009 por ciento.
·Síndrome de insensibilidad parcial a los andrógenos: 0,00076 por ciento.
El principal problema de esta lista, de acuerdo con Leonard Sax, es que las cinco condiciones más comunes citadas no se consideran intersexuales, sino que pivotan sobre uno u otro de los sexos, de manera que, restadas, la cifra de Fausto-Sterling sería en realidad cien veces menor, del 0,018 por ciento, dos de cada diez mil nacidos. (pp. 38-39)
2. Porque confunde un estado anómalo -la intersexualidad humana- con un estado normal aunque minoritario -el color de pelo rojo-. Quienes defienden este tipo de teorías -por influencia tergiversada de Michel Foucault- tienden a usar la palabra «normal» acompañada de comillas, con un tono escéptico. Pero lo que no hacen es distinguir diferentes modos de normalidad: normalidad moral (como en «norma social»), normalidad estadística (como en «curva de normalidad») o normalidad funcional biológica. Que aunque no sean acepciones enteramente desconectadas unas de otras, sí son acepciones diversas. La intersexualidad humana es anormal no porque contradiga algún tipo de norma social de la estructura institucional del cisheteropatriarcado, sino porque el homo sapiens ha evolucionado hacia un tipo de reproducción -del género anisogámica, y dentro de él de la especie oogámica- en la que se involucran dos y sólo dos organismos, uno de los cuales aporta espermatozoides -el macho humano- y el otro óvulos -la hembra humana-; y quienes presentan una forma genética que impide satisfacer esa función biológica presentan un estado anormal en ese sentido. Por el contrario, el color de pelo rojo no tiene nada que ver con una disfunción biológica.
Así, hace alrededor de seiscientos millones de años, comienza a extenderse un nuevo tipo de reproducción sexual, en el que cada uno de los dos ascendientes aporta una categoría diferente de gametos. Dos progenitores, dos tipos de gametos. Por un lado, gametos pequeños, habitualmente móviles, poco valiosos individualmente considerados y producidos en grandes cantidades. Por otro lado, gametos grandes, habitualmente poco móviles, muy valiosos individualmente considerados y producidos en pequeñas cantidades. En efecto, estamos hablando, respectivamente, de gametos masculinos, que en la especie humana, y en muchas otras, se llaman espermatozoides, y de gametos femeninos, que en la especie humana, y también en muchas otras, se llaman óvulos. La reproducción pasa de ser isogámica a anisogámica. (pp. 33-34)
En particular, en los humanos -y en todos los mamíferos-, la reproducción sexual es oogámica, un tipo de reproducción anisogámica en el que el pequeño gameto masculino se introduce en el cuerpo de la mujer y viaja hasta encontrarse con el gran gameto femenino inmóvil, lo que da lugar a la fecundación y al inicio de una gestación que ocurrirá dentro de dicho cuerpo. […] El sexo del embrión resultante será uno u otro en función de que el espermatozoide haploide contenga o no el cromosoma Y, conocido por contener el famoso gen SRY en su brazo corto […]. Este gen, junto con la presencia o ausencia de receptores andrógenos, marcará el tejido gonadal del nuevo individuo, lo que a su vez determina el tipo de gametos que producirá. (pp. 34-35)
IV. Intereses corporativos y contrasentidos basados en creencias erróneas.
De acuerdo con la teoría sociológica más vulgar, en cada grupo social tienden a institucionalizarse aquellas pautas que refuerzan sus propios intereses como tal. Sin embargo, esta teoría no tiene en cuenta que los intereses están conjugados con las creencias en función de los medios. O sea, que aunque los agentes sociales enclasados en un grupo actúen buscando su propio beneficio, eso no significa que no puedan darse contrasentidos porque tengan creencias erróneas sobre los medios necesarios para lograr ese objetivo. Por poner un ejemplo práctico cotidiano, uno puede tener mucho interés en que le salga la comida muy rica para quedar bien con los invitados, pero si no sabe cocinar entonces lo más normal es que no le salga bien. El caso lgbti constituye un ejemplo de este tipo respecto de problemas como la tasa de suicidios entre transexuales. Efectivamente lo reconocen como problema, pero diagnostican mal el origen de ese problema y como consecuencia no hacen más que agravarlo. Y simultáneamente, ante quienes presentan teorías alternativas para solucionarlo -porque obviamente cualquier persona con un mínimo de sindéresis ética es capaz de percibir como un problema esa tasa de suicidios- se limitan a acusarlos de transfobia y a suponer que lo que quieren es que los transexuales se mueran.
En este sentido, si pueden exponer algo sobre el tratamiento que se hace en el libro de la dicotomía entre terapia de afirmación y terapia de conversión. Confusión del tema trans y del tema homosexual a través de las siglas comunes «lgbti» y aprovechamiento del desprestigio del sintagma «terapia de conversión» como estrategia para prestigiar la llamada terapia de afirmación.
Varios temas más posibles:
·Relación entre la caída del imperativo procreador y la devaluación de la categoría de sexo.
·Holización (individuos átomos) y sexos. Luis Carlos en el TC sobre el estatuto jurídico de la familia dice que el núcleo familiar adquiere significado político a través del patrimonio familiar como propiedad privada, y vincula la degeneración del núcleo esencial a la holización (igualdad) constitutiva de las sociedades de mercado pletórico, y que «se lleva por delante la familia como institución anatómica», que «se resiste» porque es el medio a través del cual se produce la recurrencia de la propia sociedad política.
·Claridad aparente de las teoría popular de la disforia de género como «contradicción entre el sexo asignado en el momento del nacimiento y la identidad de género».
·Apoyo económico de grandes empresas multinacionales, por las razones que sea.
·Mi experiencia como homosexual disidente: «escoria homófoba» por decir que el matrimonio es una institución antropológica y no una forma jurídica exenta.
Final:
Terminar animando a leer Nadie nace en un cuerpo equivocado, complementable con Un daño irreversible, y autopublicitar mi artículo «¿Es el feminismo eutáxico en la España del presente?» en el último número de El Catoblepas.